domingo, 28 de septiembre de 2014

Secuestro en Aragua

Secuestro en Aragua,
la Abuela y el General Suarez Chourio




Mi tío paterno, Moisés Almudena Ríos, nativo del Castaño, Estado Aragua, a duras penas tocó el portalón de la Casona y cuando la puerta se abrió, el pobre se desvaneció sobre los fuertes brazos de mamá Kymbisa,
diciéndole que sus fiebres eran por la peste de la Chikungunya. Hubo alerta general pues la abuela, Catalina Libertad Herrera Herrera, escuchó al hombre y de inmediato armó una campaña para salvarle la vida, al hombro de su lugar teniente la Nana Kymbisa, nuestra niñera por cien años, quien tomó su inmenso tabaco y salió al monte a buscar yerbas para la pócima curativa.


-Otra peste en la familia. Debe ser una maldición-; pensé yo y me dispuse a salir de compras, como corresponde, cuando la abuela y Kymbisa comienzan sus exóticas curaciones. De pronto, suena el teléfono. Atendí y una voz opaca y entrecortada, del otro lado, pidió 150 millones de dólares por el rescate de mi sobrina Frescolita. Fue cuando supimos que la niña estaba secuestrada. Dijeron que
llamarían luego para lo del intercambio y que no dieran parte a ninguna policía porque la matarían. Creo que no saben que Damián, el jefe de policía del pueblo vive en esta casa. 


Estallé en llanto, grité todo el brollo a los cuatros vientos y la casa se volvió un torbellino en instantes. Mi madre cayó desmayada, Juanita, la sirvienta lloraba abrazada de José Tomás, el chofer. Llamaron a mi tío el juez, Jaime Gregorio Mas, para que intercediera ante los plagiarios. De pronto, desde el fondo del oscuro corredor, emergió la abuela, ataviada con una boina negra y vestida de militar, con un uniforme antiguo
de la segunda guerra mundial. Llevaba dos cintas de balas en baldomera y las escopetas al hombro, mientras descolgaban algunas pistolas viejas del abuelo pistolas del cinto de su pantalón de camuflaje.


General Suarez Chourio
Allí empezó a vociferar que buscaran el General Suarez Chourio, que esa era un militar de verdad, revolucionario, que le encontraría a su niña, sin payasadas, ni pantomimas de policías pueblerinos subdesarrollados. También mandó a que le entregaran los dólares en efectivo púes, ella, conjuntamente con el
La Abuela Catalina Guasare Herrera en
Combate durante  sus años mozos
general, harían la entrega a los secuestradores. Al instante, todos nos miramos y no sabíamos si reír o llorar. La abuela entró en cólera sacó una pistola vieja y se la puso al hijo en la sien.

Jaime Mas no tengo tiempo, dame los dólares que quiero a mi niña en la casa-, dijo desesperada. Mi tío, Jaime
era un hombre serio, ponderado, el único que creo cuerdo de la casa se lo explico todo, lentamente, a la abuela.


Ella lo miro fijamente y le preguntó: - ¿Tú me estás diciendo que nosotros somos pobres?-  

El tío tragó grueso y replicó:
-Si madre, no hay más bienes de fortuna que esta vieja casona, todo lo demás se han ido en revoluciones y enfermedades. No queda nada. Nuestros familiares han
regalado la herencia para la revolución cuando el común de los actuales revolucionarios han hecho todo lo contrario, han formado parte de ella para enriquecerse y dejar de ser unos pobretones descastados-, fueron sus palabras de funeral.


En ese punto la vieja se dejó caer sobre el viejo banco del patio y se quitó la boina alegando su desagracia de saber semejante verdad. Despúes, levantó el rostro, secó sus lágrimas e insistió: -llámame al general. Necesito que me ayude; él es un hombre de
combate como yo-. Y mientras todos trataban de convencer a la abuela en que lo sensato era llamar a la policía sonó el timbre de la casona. Fue cuando Kymbisa abrió la puerta para que el inmenso hombre cubriera todo con su sombra.


Nunca supe, como supo él, pero lo cierto es que la imponente figura del General Jesús Suarez Chourio invadió, de norte a sur, la sala de casa. Al verlo, la abuela dio un salto y se enrosco en su cintura como una culebra de jardín. Intercambiaron y hablaron. Todos los teléfonos de la casa sonaban a la vez. La noticia salió en tweeter, radio, en el
tabloide de la tarde y la gente sólo hablaba del secuestro. Sin embargo, Kymbisa, dándole un agua de papelón al general que, sin duda, armó una red cívico-militar para el rescate, advirtió que Frescolita no estaba secuestrada pues sus ánimas se lo habían dicho. Si yo no hubiese recibido la llamada me lo hubiese creído pues los muertos de la Nana jamás se equivocaban en sus alegatos.


Las agujas del reloj movieron sus segundos de plata y la tensión aumentó en el caserón. El general abrazado de la abuela trataba de tranquilizarla y todos reprimían el vapor de una gran angustia.
Luego, se oyó una algarabía y un tintinar de campanas con voces y gritos. -Llegó Frescolita- se escuchó a lo lejos. Final feliz, la niña en casa. No hubo secuestro sino que la cola parar comprar los útiles escolares de sus ahijados era interminable, pues son muchos y en un solo día no alcanza una sola chequera para llenar un bulto de libros hoy.




Luego supimos que la vecina fue secuestrada y hasta la fecha la


siguen buscando. La llamada recibida fue un gran error de los secuestradores. Bueno, después, mi abuela racionalizó los gastos y busca trabajo para mantener a la familia sosteniéndose firme, en la revolución, mientras el resto de la familia trata de explicarle su gran equivocación. El General se despidió y se llevó los buñuelos
de Lairen preparados por Kymbisa. Yo me quede reflexionando porqué tanto secuestro, extorsión, pranización, desvelo, inseguridad y desconcierto en nuestro Estado Aragua, antes ciudad jardín y hoy cuna de la Revolución. ¿Qué falta y que sobra hoy en nuestro Estado Aragua para la buena vida?


La editora con el General de Aragua Jesus Suarez Chourio


El Saman de Guere. La Julia, Estado Aragua, Venezuela



Virgen de la Candelaria. Patrona del Municipio Santiago Mariño, Turmero, Estado Aragua


Los Buñuelos de Lairen de la Nana Kymbisa



Beatriz Guasare Herrera Herrera Alias Frescolita cuando niña



La escritora lista para el rescate de Frescolita