miércoles, 26 de abril de 2017

Gracias con G de Gato By: Jorge Luis Tomedes Ojeda



Gracias con G de Gato

By: Jorge Luis Tomedes Ojeda




Iba corriendo como todos los días, después del almuerzo, tome las llave del auto, me dispuse a salir, culminar la jornada del día jueves que resulta relajada porque no son días donde las obligaciones y los compromisos son asfixiantes, pero la auto exigencia no percibió la diferencia: en tanto encendí la radio, con deseo de conseguir un país diferente otra vez más, ¡golpeado por la realidad!

De inmediato cambie el dial a buscar una música que hiciera el trabajo del lexotanil y me encontré unas voces finalizando su tertulia hertziana tan sólo pude captar tres palabras, ante el debate entre los imprudentes peatones y la nueva casta vial, con sus caballos de dos ruedas, donde la lógica de ellos, está entre la locura y la estupidez. Las palabras inscritas en mi mente, en la tormenta de estímulos fueron: Taller Escritura Neureka. Entonces pensé, llegué a mi destino. Así, me conecte por medio de mi fiel computadora a la matrix y  esas palabras actuaron como llaves que me abrieron la puerta a un mundo ajeno a mí.

Llegó el día sábado, después de cumplir mis deberes de proveedor, para honrar el mantra, primero la obligación y luego la devoción. Arme un bolso, con papel, bolígrafo, un montón de marcadores que me lleve a hurtadillas, el comprobante bancario como fe del trato cumplido y sobre todo con un almacén de expectativas a cuestas.

Llegué, después de pasar por las formalidades de acceso al lugar, intentando pasar desapercibido. ¡De pronto! ahí estaba el grupo, dentro de él, una mujer delgada, de buen porte, con cabello del color del sol, propia de las hijas de Helios, con una jovialidad particular cautivante. El tiempo deja saber en ella, que no hay que tenerle miedo. Su voz grave, marcial y  una personalidad colorida, hacían un contraste peculiar que me dejaba una estela de fascinación.
Me dispuse a escucharla atentamente. Pensé que mi aprendizaje consistiría en el uso de la coma, palabras esdrújulas, sintaxis y los demás rudimentos gramaticales. Primero, el protocolo se imponía, con el ritual de la presentación en grupo. La inusual dinámica la creí un mal necesario para resquebrajar el gélido y pétreo ambiente de mi interior.

Ahora si, la ansiosa clase, iban a ser develados los misterios de la redacción por tan particular mujer. Al escucharla atentamente, poco a poco, la dueña de los cabellos color sol se desligada del prototipo de las maestras de literaturas conocido por mí en bachillerato. Se me iba transformando en  esa heroína, título que todos quieren ostentar, pero pocos quieren trafagar, cuyo generalato nos arengaba como alumnos a convertirnos en soldados, para tomar por asalto el imperio de las letras. SIN MIEDO, seducido por la promesa, de convertirnos en los mil y un personajes, expresarnos en lo exterior, mediante el uso de la palabra, no importaba sí no manejaba el mosquete o la bayoneta..., eso era lo de menos.


No hay tiempo que perder, ¡ataquen!. la hija de Helios enarbolaba en todo momento el estandarte de la creación literaria, la planificación de la estrategia, acompañada de su gato que le inspiraba personajes novelescos. Era clara al iniciar el entrenamiento militar con lo primero; apuntar al objetivo. La profunda aspiración simplificada en idea, las armas: lápiz, papel y los más sofisticados, un computador portátil. La definición del enemigo: el tiempo implacable y los monstruos internos incansables de hacer su trabajo, intentando carcomer el preciado tesoro humano..., su espíritu.

Ella exigía tomar como aliada la disciplina y la ética..., claves para vencer. Siempre flexible, cuidando no castrar el Dios interior de cada cual, capaz de crear universos, yacente en el interior de sus soldados, deidad demanda de libertad, quizás en el grito silencioso de la madrugada o en el ruidoso día de los compromisos del mundo de la forma.

La tarea para la casa era escribir algo y llevarlo al siguiente encuentro. Hube de empezar mi batalla con un cuento donde nació Tiba, una estrella de mar que quiere ser una estrella del cielo. Fue el tema escogido, probablemente sea un velo detrás de una aspiración o una misión... ¡eso no lo sé! Indistintamente la tarea fue realizada con entusiasmo, inspirando en las palabras de la hija de Helios

Pasaron los tres sábados y llegó el fin del entrenamiento. Es el momento de caminar solos, de asumir el compromiso de iniciar cada uno su conquista. Para tal encomienda, ella debía dar la estocada. Un escrito, donde en él ostentaba su licencia con sello real, en su epístola nos dibuja a cada uno de los aspirantes, profetizando el futuro de éstos. Tal heredera de los oráculos antiguos, demás nos advierte de cuidarnos de los mercenarios, con esa fragancia maternal sutilmente emanada de sus letras.

Hoy, después de lo vivido en esta experiencia, finalmente, me quedan dos acciones por hacer: una es, caminar el sendero de la conquista de esos mundos prometidos pues ya sé nos entregó las llaves con puerta la abierta. Ahora la disputa es entre la satisfacción de las necesidades básicas y las de autorrealización como pináculo de la aspiración humana. Tal como lo nos hizo saber Abraham Maslow. En mi caso por medio de la escritura, donde me asalta la duda si es, verdaderamente, el camino para llegar a esa encumbrada cúspide. ¡Sólo me queda averiguarlo mediante la labor de escribir, agregando el ingrediente, poner en vitrinas mis limitaciones lingüísticas, al escarnio de los doctos y a la instrucción de los sabios, en ambos casos se aprende con el dolor y con el amor.

La segunda acción, es agradecer al grupo humano de Neureka, capaz de regalarnos tan valiosa iniciativa, como una expresión del amor hecho acción y en especial a mi profesora María Josefina Mas, esa heroína…, a la quien le doy Gracias con G de gato.

Con entrañable aprecio Tomedes.