domingo, 12 de mayo de 2019

Tiba y la Estrella del Cielo

La Estrella de Mar que quería ser una Estrella del Cielo:

 Tiba y la estrella del cielo

By: Tomedes











Un día de mar que me gustaría recordar, nace Tiba, la estrella de Mar que quería brillar como una estrella en el cielo.
Al nacer, desde que era una diminuta larvita, pudo ver desde el fondo del océano un rayo de luz que venía de una estrella del cielo, al verlo sintió que su existencia la bañaba de claridad y dijo para si:
-Que luz tan bella, algún día podré brillar como esa estrella del cielo.
En la calma del inmenso océano, la contemplaba, cuando éste se tornaba recio y el oleaje no la dejaba ver, igualmente pensaba en ese cuerpo luminoso que estaba fuera de su alcance, en la visibilidad y en invisibilidad la estrella celeste estaba presente como el día de su nacimiento, así pasaron los días, las noches y Tiba no hacía más que pensar en su estrella del cielo.

Tiba inicia la búsqueda

Tiba con el pasar de los años se hizo más grande, sus brazos se fortalecieron, comía algas marinas y plantón, no le gustaba comerse a los moluscos o los peces muertos, ella decía que sí le agradaban todos los animales, como se los iba a comer,   procuraba ganarse el aprecio de sus amigos y el resto de los seres marinos; vivía en un coral, mantenía limpio ese lugar e invitaba a todos su compañeros a mantener el lugar aseado, tenía el hábito de la limpieza.
Todas las mañanas le habla a la estrella del cielo, antes de hacer sus tareas, le decía: -Estrella gracias por tú luz que nos das desinteresadamente a los que habitamos en el mar y a los otros seres que viven en la superficie.
En los corales, donde vivía, otras estrellas de mar, los caballitos que se desplazaban en bandadas, pez espada, los caracoles, también habitaba en ese lugar un amigo en particular que no era una estrella de mar; Francisco un pez azul con manchas color naranja, levemente un poco más grande que ella, solitario pero entusiasta, que deambulaba siempre por donde estaba Tiba, conversaban constantemente, ella siempre le hablaba a Francisco de su deseo de brillar como una estrella del cielo.
Un día, se vieron y conversaron,
-Hola Tiba, con alegría saludo Francisco.
-Hola-, respondió Tiba, con cierta nostalgia.
-¿Ya conseguiste la forma de brillar como una estrella en el cielo?,- preguntó Francisco.
-Aún no, pero sigo pensando en eso-, contestó Tiba.
Hizo un gesto reflexivo e irrumpió a lo que dijo con entusiasmo:
-Tiba y si hacemos algo para que eso suceda-; Con determinación de ayudarla respondió el amigo.
-Es cuestión de atreverse de hacer tú sueño realidad,- agregó.
En ese momento al escuchar esas palabras generosas de su amigo, se llenó de alegría y de nuevo la felicidad toco su alma, diciéndole:
-Gracias, siento que está amaneciendo una nueva esperanza para mí sueño de irradiar esa luz del cielo.-
Francisco, le dijo con exaltación, -Vamos a buscar quien nos puede ayudar, preguntemos a los conocedores, a los que saben.-
A lo que respondió Tiba: -Muy bien empezaré a preguntar, me siento tan feliz!!-

El tiburón arrogante

Desde ese momento, empezaron Tiba y Francisco a preguntar cómo brillar como una estrella del cielo.
Una vez estando Tiba buscando respuesta se consiguió con el tiburón, con  sus rémoras y Tiba abordó al tiburón, preguntándole:
-Hola Tiburón-, saludó Tiba.
Respondiendo el Tiburón, -Hola Estrellita.
-Tú eres un pez ágil, rápido y fuerte, eres un aguerrido depredador, ¿me podrías ayudar?
-Dime Estrellita-, contestó el Tiburón, complacido por esas palabras, que acariciaba su frágil ego.
-¿Cómo puedo brillar en el cielo?-, preguntó Tiba.
A lo que respondió el Tiburón, con una gran carcajada: -Pretendes tú ser estrella del cielo, es un chiste, ¿verdad?
Con decepción por la actitud del escualo, respondió Tiba, no es ningún chiste, la verdad es que quiero ser una estrella del cielo.
-Mira estrellita-, respondió el Tiburón: -Yo soy un pez que tiene poder en el mar y no pretendo ser lo que no soy, sigue viviendo en el fondo del mar, comiendo de moluscos y viviendo tú corta vida, hay quienes nacemos para reinar en el mundo y otros para vivir en el fondo del mar, como carroñeros y tu estrellita no eres diferente.-
Tiba después de esa conversación, se sintió como si el tiburón hubiese devorado sus sueños, pensó que estaba destinada a vivir en el fondo del mar, solo  la tristeza y desilusión acompañan a Tiba en el descanso de la noche.
Con desaire Tiba le habló a la estrella del cielo, diciéndole - Supongo que mañana será un día mejor-.
El Delfín y Francisco

Por su lado, Francisco nadaba: -Ya sé quién puede ayudar a Tiba… el, delfín, uno de los seres más inteligentes y los humanos lo admiran por su perspicacia, estoy tan feliz!.-
Al verlo se llenó de alegría, saludándolo: -Hola amigo Delfín.-
-Hola Pececito- respondió con entusiasmo el Delfín.
-¿A qué se debe, tú presencia por estos lados?-, con curiosidad pregunto el Delfín.
-Quiero ayudar a mi amiga una estrella de Mar, por eso vine a preguntarte, ¿cómo una estrella de mar, puede refulgir como estrella en el cielo?-.
A lo que repreguntó con cierta extrañeza pensativa… -¿Una estrella de mar quiere brillar como una estrella del cielo?-, se hacía la pregunta en voz baja, varias veces para sí, como si fuese una pregunta que no pudiera entender y después de unos segundos contestó a Francisco: 
-Mi pequeño amigo eso es imposible, las estrellas de mar, nacieron para vivir en el fondo del mar. Imposible-.
Con desilusión se preguntó Francisco, no sabía si el desengaño sufrido era por la respuesta del Delfín o por Tiba, que no podría convertirse en una estrella de luz, a lo él añadió. -Pero Delfín, tú eres de esos seres más inteligentes, donde los humanos te admiran, ¿me dices que no es posible?-
Y él le contestó: -Lo siento mi pequeño amigo, tú amiguita tendrá que acostumbrarse a ser una estrella… pero de mar.
Se despidió Francisco del Delfín, nadando hacia el fondo del mar, lentamente desilusionado y preguntándose: -¿Cómo se lo digo a Tiba?- Con la angustia de no saber cómo sería su reacción, y desilusionado por no poder ayudarla, continúo nadando.


Una lagrima de Luz

Al día siguiente, a pesar de lo mal que se sentía después de hablar con el Tiburón, Tiba decidió buscar otra respuesta, ya le habían hablado de una sabia tortuga que tenía más de doscientos años y ella podría ayudarla, y antes de ir en buscarla, llegó Francisco.
-Buenos días Francisco-, con mucha mesura saludo Tiba.
-Buenos días Tiba, con igual ánimo, como si ambos se hubiesen puesto de acuerdo.
-Francisco ¿cómo te fue?, ¿pudiste hallar algo?-, Tiba pregunto con cierta esperanza.
Y bajando la cabeza Francisco dijo: -El delfín me dijo que no era posible-; otra respuesta que hacía que creciera la desilusión de Tiba, con desanimo le dijo a Francisco:
-Es el momento de aceptar lo que soy-, cinco lágrimas salieron de sus ojitos que se confundieron con la inmensidad del fondo del océano, viajando a cientos de kilómetros.-
Sin embargo; en medio del dolor que la estremecía vio a Francisco, quien al igual que ella, tenía   sus ojos brillosos que la conmovieron y atenuaron su desilusión, diciéndole con una sonrisa enternecedora: -Gracias Francisco, has sido un gran amigo, porque me has acompañado en este corto viaje-.
Francisco no respondió porque si lo hacía el llanto lo invadiría; además, sus pensamientos se concentraban en lo triste que se sentía su amiga.
El silencio invadió ese pequeñito fondo de océano donde conversaban Tiba y Francisco.  
Así   pasaron unos segundos, cuando Tiba irrumpió diciendo a Francisco, si ambos nos caemos en la desilusión ninguno de los dos podrá ayudar al otro y ahora me toca a mí ayudar.
 Tiba de nuevo miró a los ojos a Francisco y le dijo: -A lo largo de estos días he aprendido algo, primero hay que tener el valor de iniciar un sueño y luego el valor de la amistad, ¡gracias amigo!-

 La Tortuga en búsqueda de Tiba

Las cinco lágrimas de Tiba que habían salido de ella, viajaban a cientos de kilómetros por el océano y llegaron a una tortuga de mar. Estas lágrimas se posaron en su caparazón y la sintió, como pudo las tomó y logró distinguirla como unas lágrimas de amistad sincera, al verla pensó la tortuga: -Uhmmm nunca a lo largo de mis doscientos cincuenta años de vida había conocido unas lágrimas de ese tipo, conocida por los expertos como gotas de luz.
 La tortuga sabía, que de quien venía estas lágrimas, podría era un ser luminoso, que su luz podría compararse con la luz de las estrellas, a lo que pensó: -Viajaré a buscarla ¿dónde está ese ser luminoso?-. Pero a su vez se preguntaba -¿Una estrella celeste en el océano?-.  Con determinación agregó para si, -Es mi hora de meditar esto aclarará mi mente y de mi profundo ser obtendré respuestas-. Así que la tortuga se dispuso a meditar, se posó en una piedra en el fondo rocoso, cerró sus ojos, empezó a respirar lenta y conscientemente. Su único pensamiento era la cadencia de su respiración, así se detuvo su pesado cuerpo y su sabia mente.
En lo profundo de su meditación una voz interior le decía: -Sigue la estela de luz más clara y perfecta…, cuando no veas el camino busca la luz más clara y perfecta-.

La Tortuga y los extraños seres marinos

Al salir de su meditación, la tortuga se dispuso a partir. Para hacer el viaje, tomo solo como mapa, su intuición y el deseo de conocer la fuente de esa lagrima de luz. Se dejó llevar por una corriente submarina, a una velocidad de cientos de kilómetros por hora, no pudo sincronizar su nado con esa corriente submarina donde fue lanzado directamente hacia un hoyo profundo en medio del océano. Su caparazón sirvió de escudo para amortiguar el golpe que le propino la caída hacia la profunda fosa… por unos minutos estuvo inconsciente, se recuperó y luego de sacudirse la cantidad de arena que le cayó encima; exclamó: -Debo haber caído bien profundo, no veo nada-, con serenidad lo expresó, actuando sereno y pensando: -¿Cómo podría hacer para salir de ese lugar?, no habían pasado unos minutos cuando vio unos peces que poseen luz propia y  habitan en las profundidades de ese lugar , e inmediatamente les habló, les pidió que le iluminaran la salida de esa profundidad.
Accedieron las extrañas criaturas marinas y la tortuga pudo ver la salida, agradecido por la ayuda, se despide de estos peces luminosos, cuando repentinamente uno de ellos le preguntó a la tortuga: -¿Cómo llegaste acá?-, a lo que contestó la tortuga: -La corriente marina me trajo hasta acá-, agregó. –Estoy haciendo un viaje donde busco a un ser luminoso-, a lo que con cierta duda, otro de los extraños peces, le afirmo: -Pero nosotros somos las únicas especies marinas hasta ahora conocidas con luz propia, dentro del fondo del mar-, agregó escéptica, -¿Existen otros seres luminosos? , a lo que contesto la tortuga: -Su luz no es la como la de ustedes, es aún más luminosa, da claridad a la acción y solo algunos privilegiados la pueden ver con otros ojos, exclamó burlonamente otro de ellos: -Creo que la caída a estas profundidades te golpeo la cabeza, estas disvariando[jlt1] -, al que el resto de los singulares seres soltaron una risotada, la tortuga sonrió gentilmente ante el comentario sarcástico y la burla, a sabiendas que lo infructuoso que era discutir sobre el tema y decidió nuevamente despedirse: -Otra vez muchas gracias, hasta luego amigos-. Respondió serenamente, la tortuga, salió nadando de esa profundidad, los peces se quedaron extrañados de su reacción calmada y natural, y viéndose entre sí, como diciendo: -…pobrecita la tortuga, el golpe  le afecto la cabeza….

El caracol atrapado

Mientras tanto Tiba había desistido a ser una estrella de luz, se dedicó ayudar a otros animales marinos, peces, mantarrayas, almejas y quien estuviera en aprietos, además, mantenía aseado el coral, recolectaba algunas algas, que las guardaba con la intensión de  compartir con algún pececito  enfermo, así transcurrió la vida de Tiba.
En los corales vecinos, había uno en  particular que estaba en un acantilado en el fondo del mar y por ahí se encontraba atascado un caracol, que gritaba: -¡Ayúdenme estoy atrapado!.- a lo que escucho Tiba mientras venía de recolectar algunas algas, lo vio y decidió actuar rápido, porque el caracol era presa fácil de los depredadores que merodeaban cerca, por ejemplo  sus hermanas las otras estrellas de mar, ya que estos equinodermos son carnívoros y carroñeros, pero no el caso de Tiba , que solo comía algas marinas porque era vegetariana, cosa que la hacía especial dentro de estos animales marinos.

Al principio se asustó mucho el caracol, cuando atrapado, vio acercándose a la estrella de mar y sintió que era su fin, hacía un gran esfuerzo por desatorarse, pero no podía, y pensó el caracol: -voy a morir- al instante de forma repentina  Tiba, le dijo: -Tranquilo… caracol no tengas miedo, voy ayudarte-, pero él escéptico, seguía luchando y ahora se debatía, entre creerle a quien pensó que era su potencial comensal  o la trampa donde estaba y no lograba salir. Mientras tanto pensó Tiba:    -No hay tiempo que perder, si no lo ayudo, se van a dar cuenta los otros depredadores y va a ser su fin-. Esta se acercó donde se encontraba él y con sus extremidades lo envolvió y con el resto del cuerpo hizo una gran fuerza, aprovechando el peso de ambos, para desatascarla de ahí. Al primer intento no lo logro, al segundo, y listo salen y caen, Tiba al verse que van caer termina de envolver al caracol para amortiguar la caída de este.

Ambos caen al fondo del acantilado, ileso el caracol pero Tiba un poco aturdida,  relaja sus extremidades  para liberar y en medio del atolondramiento de la caída, le dijo al Caracol -No te iba a comer  lo que hice fue para sacarte de ahí,  sino otros depredadores te hubiesen almorzado, el caracol con extrañeza le dijo a Tiba, mientras esta se recuperaba de la caída, -Gracias, pensaba que me ibas a comer , a lo que le respondió recuperándose del golpe, -Soy vegetariana, como solo algas-. entonces respondió con sorpresa el caracol, -Es extraño conseguir una estrella de mar que no sea carnívora y además siempre son muy golosas-, inmediatamente dijo la estrella de mar: -Así se alimentan ellas, pero desde hace mucho tiempo me pregunté, si me gusta tener muchos amigos, ¿porque me los voy a comer?
Entonces el Caracol le contesto; -Desde ahora seré tú amigo estrellita, gracias por ayudarme-,  y se fue lentamente andando, Tiba por su lado lo ve desaparecer en el fondo rocoso, mientras ella  termina de recuperarse del golpe que le propicio la caída, pensó: -Eso de ayudar a otros trae sus consecuencias… pero  a pesar me siento tranquila, repentinamente se fue al momento que contempló por primera a la estrella del cielo sintiéndose  envuelta por esa luz que estaba más allá de la superficie… percepción que tuvo por unos segundos para luego desvanecerse, pensó ella, -Creo que el golpe me afecto la cabeza-, como pudo se sacudió la arena y siguió caminando por el océano, pero sin saber que ese acto noble con el caracol la había conectado con su estrella de luz   


Francisco y la medusa

Pasaron varios años,  Tiba siempre ayudaba a los demás seres marinos amigos o desconocidos, limpiaba el coral constantemente, no dejaba que los residuos se acumularan, sabía que eso podría afectar el equilibrio de la comunidad, recogía algas marinas para compartirlas, un día se vio con Francisco, ambos sintieron una gran  felicidad , se reían y hablaban de los días en que se habían conocido, mientras tanto, comían pequeños bocados de algas marinas que tenía Tiba almacenado en un pequeño lugar del coral, dispuesta a compartir, conversando, le pregunto Francisco, -Has podido hallar una respuesta-, a lo que ella responde con un aire de entusiasmo, -¿Respuesta de qué?- Francisco respondió- Eso de brillar en el cielo respondió inmediatamente el pequeño pez – ¡Ahh! bueno creo que eso se quedó atrás con mi juventud, consigo satisfacción ayudando a los seres marinos, a limpiar el coral,  ahora soy una estrella que tengo 25 años ya he vivido,- le dice Francisco -Eres una abuelita estrellita -, con tono jocoso y a la vez tierno.
Mientras tanto se encontraba observando a lo lejos entre las rocas del coral, tratando de no ser vista una medusa; Francisco y Tiba eran la presas, no dejaba de observar tan mortal criatura los movimientos de Tiba y Francisco, fijando su estrategia para devorarlos; al mismo tiempo conversaban Tiba y Francisco, le platicaba Tiba que sentía esa sensación de paz  cuando ayudaba, esa impresión no la sentía desde  hace mucho tiempo, desde que había contemplado la estrella del cielo, desde que la vio por primera vez, eso lo percibía en cuestión de segundos.

Cuando de pronto vio aparecerse la medusa, que iba directamente a tomar a Francisco con sus tentáculos, no sé dónde salieron fuerzas y  velocidad de Tiba e inmediatamente se  abalanzo sobre el pequeño pez empujándolo y exponiéndose al feroz ataque de la medusa, quien la envolvió con sus tóxicos tentáculos  y empezó a suministrarle el ardiente veneno, Tiba sentía que no podía soportar el veneno que penetraba hasta lo más profundo de su ser, gritaba por daño que le propinaba  su victimario, la estaba inmovilizando preparándola para  devorarla, el ataque que le estaba causando era mortal.
A lo lejos Francisco por su parte observaba la carnicería y la impotencia lo invadía, no podía hacer nada, la fatalidad al parecer estaba llegando para Tiba.
En ese instante en plena embestida,  Tiba, se debatía entre la lucha y la muerte, ve  hacia arriba, contempla la estrella del cielo y su mirada de angustia atraviesa las profundidades, la superficie donde los humanos son inconscientes amos, y sale al  espacio, se transformó ese tormentoso momento, en un viaje a la velocidad de la luz, cuyo destino, fue un lugar luminoso, con cristales, que destellaban colores que contrastaban, con la brillantez del lugar, se escuchaban imperceptiblemente coros muy armónicos que le causaban mucha tranquilidad a pesar del dolor que experimentaba su cuerpo; intuitivamente ella sabía había llegado a su Estrella del Cielo, había una extraña unión entre ese nuevo lugar jamás visto y ella.

Tiba y La reina de la Estrella

A lo lejos escucho una voz dulce: -El momento ha llegado Tiba-, se  hizo silencio y luego esta voz agregó: -Es, el momento de estar aquí en donde algún día saliste… estas retornando a casa es el momento de despedirte de tu océano, tus amigos, de tu ideas...-, a lo que agregó: -Ya eres parte de esta estrella del cielo, ya estás aquí, lo has logrado Tiba, tus acciones te han hecho merecedora de vivir aquí y formar parte de esta estrella, …, siempre te hemos acompañado, pero no lo podías saber,  debías vivir, en medio de tus iguales e inspirarlos a ser mejores seres marinos,

-Pero quien eres pregunto Tiba a esa voz-, -Soy la reina de luz y mi reino es esta Estrella,… te vi nacer… el día de tu nacimiento te entregué mis dones, y tú te iluminastes sin saberlo… nuestras almas se juntaron en una mirada.

Tiba intuía que era el fin de su vida en el Océano, tenía que seguir su camino en otro espacio y tiempo, sin embargo, estaba una tarea pendiente  a lo que pensó,      -Debo despedirme de Francisco, mi amigo, siento que la culpa por no lo ayudará, entonces  le hizo una súplica a la Reina:  -Por favor puedes darme la posibilidad de regresar, debo culminar algo; Francisco mi amigo debe saber que yo estoy bien y continuaré mi camino en paz, insistió ésta, a lo que contestó la Reina  -En este momento tu depredador está suministrando el veneno, para luego devorarte, no tendrás tú cuerpo para hacerle llegar tú mensaje…-, con determinación contestó Tiba Inmediatamente, -Correré el riesgo-, con gran admiración le dijo la soberana Estelar:  -Por eso es que eres una de las nuestras, tú valentía y arrojo siempre nos inspiraron a dar luz a este universo, sobre todo a los seres que reinan la superficie de la tierra, que necesitan de claridad  para salir de sus sombras… agregó, -Está bien. Ve y termina tú labor. Puntualizó la reina.

El encuentro Tiba y la Tortuga

Tiba retornó de forma inmediata al fondo del mar, sin garantía de cumplir su propósito final y sufriendo los embates mortales que la medusa  le causaba el veneno transmitido desde sus  ponzoñosos tentáculos; no había más remedio la dosis letal estaba cumpliendo su objetivo, Tiba estaba agonizando y la medusa estaba relajando sus tenazas para devorar su cuerpo; repentinamente la medusa siente  el impacto de un objeto contundente en  su cuerpo gelatinoso;  era la  caparazón de la tortuga, que veía lo que estaba pasando y decidió actuar sin pensar, tanto que nadó tan rápido que logró chocar con la medusa e hizo que perdiera su  presa, la soltó, ésta cayo y Francisco  expectante tomó rápidamente a Tiba y pudo arrastrarla  hasta los corales para  ocultarse de la medusa. Al otro lado se debatía la Tortuga y la medusa, está grito, -¡Deja  mi presa!- le dijo a la tortuga  a lo que esta respondió:  -Dejó de serla al instante soltarla, si la quieres tendrás que vértelas conmigo, esta caparazón  es mi escudo,   pero mi arma más poderosa son mis  250 años, sí aprecias tú vida  y tú amor propio, mejor que te alejes- segura y con tono desafiante  exclamó la tortuga  que veía fijamente a su rival con la serenidad propia de la experiencia de haber ganado muchas batallas, pero la más gratificante; la interna. La medusa dentro de su practicidad, no le quedo más que voltearse y alejarse.

Francisco observaba la situación, mientras Tiba sufría las quemaduras del veneno que ya habían penetrado sus órganos vitales, dándole paso a lo que sería su final, haciendo un gran esfuerzo le dijo a Francisco: -Amigo pude unirme a la estrella del cielo, a lo que Francisco no cuestionó por respeto, sin embargo lo tomó como un síntoma del veneno, Tiba insistió, -Es verdad, es tiempo de despedirnos, administrando cada palabra, cada halito vital; no obstante, soltó una última lagrima y Francisco fue testigo de eso, de nuevo se posó en la tortuga que se incorporaba después de su heroica defensa, está  se acercó a la estrella de mar y a francisco, ¿esa lagrima ha salido de la estrellita de mar? A lo que pequeño pez le contestó afirmativamente con la mirada baja consternado por la agonía de su amiga y le dijo a Tiba: -¡Por años te he estado buscando!...  ¡tú eres ese ser!, la evidencia viviente que las estrellas de cielo vierten su amor en el mar y viven con nosotros, nos  indican el camino hacia la luz por medio de acción.

El viaje a casa: la despedida

Francisco escuchó atentamente lo que le decía la tortuga, intuyó que podría hacer algo para salvarle la vida a su amiga, a lo que le preguntó: -¿La puedes salvar?, contestando con aire resignante la tortuga; -Aunque pudiera amigo, no puedo interferir en su destino, es necesario que siga su camino y el de ella es brillar-, Tiba interrumpió con gran dificultad al hablar: -La tortuga dice la verdad Francisco, llegó el momento de mi partida. –Con lágrimas en los ojos y con duda, expresó, -Pero el ataque era para mí-, la tortuga se refirió a Francisco y le dijo: -Esta estrella de mar es una expresión de amor de luz y ella te amaba-, acercándose la tortuga al pececito le susurró, -Déjala ir-, sin pensarlo Francisco, le dirigió a Tiba, -Para mí siempre has brillado… me enseñaste el valor de amor hecho acción Adiós, te extrañaré -, en ese momento poco a poco el cuerpo de Tiba se iba iluminando, transformándose repentinamente en un rayo de luz que surcó el fondo del mar hasta el espacio, confundiéndose con las Estrellas del cielo.
Ahora Tiba se encuentra iluminando desde una Estrella en el cielo dándonos su luz a sus amigos conocidos y desconocidos.









 [jlt1]Mejor decir alucinando