martes, 14 de abril de 2020

Una vieja bipolar, un travesti, el baile de la caca y una bruja acaba con todo en Turmero por el amor de su vida

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Una vieja bipolar, un travesti, el baile de la caca y una bruja acaba con todo en Turmero por el amor de su vida



La peste China conocida como el Coronavirus se levanta lenta, pero incontrovertiblemente, por toda Venezuela y pasea por el Estado Aragua. Las boqueras o tapabocas están de moda en el pueblo super acalorado, donde las temperaturas al mediodía rozan los cuarenta (40) grados. El día es duro para todos en la casona de los Guasare Herrera y la abuela, finalmente, se dejó de levantar a la familia  a las cuatro de la mañana, sonando la diana como si estuvieran en guerra. 

La perra de la abuela, la tal Fifi, y los gatos, Nikita, Alcantará y compañía, porque siempre hay arrimados; parecen haber hecho las paces, pues descansan en el zaguán frontal con calma… Cada uno se adueñó de una silla de mimbre color perico, las que bordean la mesita blanca de hierro, coronada por una violeta lila y risada, de esplendido olor a lavanda. El calor asfixia y sólo se escuchan los arañazos del televisor de la cocina, que nunca se apaga, ni de noche, ni de día. 

Entonces, se abren paso los gritos de una pelea en lo profundo de la cocina donde las ollas no dejan de saltar en olores y colores. Se alertan todos: 

Mariana: − Claro que es una guerra bacteriológica. Es un virus hecho por los chinos para adueñarse del mundo y destruir su competencia en los mercados. Quieren controlar la economía planetaria y lo están logrando, nacionalizando todas las empresas extranjeras en su territorio. 

La Abuela: − Mariana, Mariana, tú lees demasiados libros de mafias y delincuentes. ¿En verdad crees que el mundo es tan estúpido como para permitir semejante acción? 

Mariana: −Si−, y se quedó mirando a la abuela fijamente sin pestañear. 

La abuela: − Yo también creo. El mundo está muy mal y estos locos no les importa nada, a quién se lleven por delante para tener el control mundial. Por la plata baila el mono, sea chino, negro, o blanco. Pero deja quieto al que está quieto. Nosotros tenemos otras cosas en que ocuparnos. 

Mariana: − ¿Más que esta cochina cuarentena para bobos y babosos?. Eso está bien para la vieja sucia del frente que vive en esa ratonera y su hija sirvienta la Totonota, jaja ja Y viéndolo bien. Usted tiene razón. La tierra no ha evolucionado éticamente al ritmo de su tecnología y eso nos hará explotar a todos−; y se quedó como desmayada sobre la mesa. 

Los vecinos de los Guasare eran unos infelices con complejos de ricos y sabelotodo. Hijos de la aguda pobreza, nietos y bisnietos de gente de rancho, los vecinos del frente, era la primera vez que vivían en casa de ladrillo. Venían de las rancherías de Ocumare, en Miranda. La rabia entre vecinos se dio por la belleza espectacular de Mariana. La calva Mignolia, la hija de la vieja Jorgelina, muerta ya, nunca soportó la belleza de las mujeres Guasare. Ella, la pobre, era muchas cosas: regordeta, calva, inculta, sin estudios. Era fea, Mignolia era la encarnación de la fealdad y las Guasare eran todas bellas, sin ninguna excepción. 

La madre de la gorda confesó, hacía tiempo atrás, que viendo que ningún hombre se acercaba a Mignolia, le habían cuadrado un marido a punta de hechizos y brujerías. Mignolia era terriblemente fea y mala; mala gente. Era la mujer más fea del Municipio Santiago Mariño, de todo Turmero y de tan horripilancia encarnada, esa vieja enloqueció. La Mignolia era bipolar. Un día salía escoba en mano y saludaba, hablaba con todo el mundo, exponiendo y contorneando su cuerpo regordete, embojotado en sus vestidos baratos de poliéster de mercado. Tenía unas piernas cortas, de enana, llenas de varices y nunca se retiraba sus consabidas chancletas de goma. 

La infeliz Mignolia, en sus delirios de grandeza se hacia la interesante con un pequeño celular, con el que caminaba por la acerca gritando la conversación con ¿Quién sabe?... A los cuatro vientos. Nadie la saludaba, ni a Totonota su hija, hijo (perdón), travestí que, finalmente logró salir del armario como homosexual del pueblo, después que murió su padre. Totonota también era feo… Era muy feo de hombre y peor de mujer…, así es la vida y la genética no perdona, quizás por eso era gay y horripilante. El esperpento de Totonota iba con una cadenitas abrazadas en su pierna izquierda y que para defenderse de las brujerías que le hacia la Nana Kymbisa… Jaja. Sin duda, La Nana no se ocupa de estúpidos, ni de estupideces. Por Kymbisa ya le hubiese puesto un traje de madera pulida al maricón… hace rato, pero la doctora Mariana se lo prohibió categóricamente a la Nana. 

Luego, al rato, se escucha el tropel de pasos por los pasillos…, pero quién es?..., quiénes son? Se adelanta Ramón Vudú y Frescolita con bolsas plásticas de la cabeza a los pies. Llevan guantes y unas mascarillas negras con sombreros de ala ancha…, están irreconocibles. 

Vudú: − Están saqueando en el centro. 

Abuela: − ¿Cuál centro, si el centro es aquí? 

Vudú: − Bueno a los chinos de la plaza…, el pueblo está amotinado y asustado. Dicen que sin gasolina, no hay camiones y sin camiones no hay comida que vender, y lo que queda le suben de precio todos los días. Gran Final: a saquear dijo el pueblo. Que gentuza cochina. 

A lo lejos otro escándalo se escucha y salen todos los Guasare a la calle. Entonces, ta taaan..., encuentran a la abuela con una escoba que está dándole de palazos a Totonota porque según, la vio tirándole basura en el portalón y; la vieja Mignolia con un frasco chiquito, según, rociaba una suerte de sangraza en el frente. Al salir todos vimos cómo entre Mignolia y don travesti (Totonota) tenían a la abuela agarrada por el cuello asfixiándola… ¡Dios Santo!… Fin de mundo, hacerle eso a una octogenaria rica, comunista y enchufada del gobierno. 

Todos quedamos atónitos mientras la abuela Isabel gritaba por la Nena Kymbisa para que la salvara. Y fue así, como llegando la Nana de última a la puerta del zaguán que dá a la calle, la negra más vieja de Aragua, contempló con estupor, como los dos vecinos marginales y chusmas, querían matar a la abuela, a la jefa del clan de los Guasare, a su niña consentida. La abuela era la niñita de la Nana Kymbisa sin negociación posible. La abuela Isabel era la luz de los ojos de Kymbisa, su razón de ser, el amor de su vida…, el amor de verdad… 

Ahora si…, Kymbisa aparta a todos los Guasare de la puerta y poniendo su humanidad un paso sobre el portalón de la calle, sacó un tabaco, con parsimonia lo prende y comienza una suerte de mascullo entre dientes. De inmediato, se revientan todos los tubos de las cañerías del rancho de Mignolia y un montón de caca y mal olor se levanta sobre la calle, rociando a la concurrencia. Luego, unas sombras negras, salidas de la putrefacción apresan a Totonota y a la Mignolia y los arrastran por el suelo…, por segundos…, minutos…, horas…, días…, hasta dejarlos sin piel de tanto rozamiento. Los destazaron vivos sin que nadie pudiera salvarlos, aunque lo intentaron varios transeúntes. La Nana mató a los vecinos…, nos enteramos después, cuando las autoridades recogieron los dos cadáveres en medio de la calle, pues, todos los Guasares se regresaron a lo profundo de la casona cuando se inició el baile de la caca. 

La noche que se supo de las muertes de los vecinos malditos, la abuela hizo una fiesta y con la Nana hubo gran celebración. Esa noche no se dio el Santo Rosario en la sala como de costumbre, a
las nueve horas. Con lo de la comida se supo que la doctora Mariana se fue a un gran bodegón de Carcasa, con la cartera repleta de dólares y forró los estantes de la familia de punta a punta. Se especula que la doctora Mariana cogió miedo o está pagando el favor a su familia por defenderla, después de tanta envidia de la Mignolia y su hijo travesti de Turmero. Con la Nana no te metas…, porque no sales vivo. 
¡Bicho, va de retro!. 
¿Qué romántico, no? 
Amor, es amor… El Amor de La Nena Kymbisa