viernes, 28 de noviembre de 2014

La Cabeza del Diyei de Petare #Musica y #Radio #Locución #Locutores improvisados

La Cabeza del Diyei de Petare        


“Sobre la platabanda de un destartalado edificio de Petare se arma el fiestón, cada vez que el misterio de la radio anuncia el rumbón. Luces por doquier y de la nada, una luz brillante se enciende como lámpara de Neón. Aparece la cabeza del Diyei dando vueltas hasta el amanecer” (Música). Este estribillo se lo compusieron al diyei Amazonio Mogollón, un
negrito flaco, con cuerpo de reptil, que pasó la vida intentando ser amable con hombres y mujeres, vivir con el esfuerzo y el trabajo mínimo, aparearse hasta el amanecer y dejar que trabajasen los otros aparentando que fue él.

Era un hombre flojo hasta para pensar. Su desgano lo había hecho fracasar en los estudios, en todos
sus trabajos y en las relaciones importantes de su vida, con sus hijos, tanto como con las mujeres. Le gustaban las adolescentes recalentadas y pobretonas. A los cuarenta y cinco años ya contaba con una amplia prole de ocho
vástagos diseminados por Mesuca, el Tanque, Guarenas, Guatire hasta Higuerote. Para Mogollón la vida comenzaba a partir de las seis de la tarde, cuando la cebada hacia su teatral aparición salida de algún bolsillo furtivo. Una día sentado en el pórtico de la casa de su madre, un vecino músico lo invitó a que lo ayudara con el caletear de los equipos y desde esa noche comenzó su carrera de diyei de Petare.


De tanto ir y venir con el vecino músico, aprendió a operar las consolas y equipos de una pequeña emisora del barrio y su fama por los alrededores mejoró notablemente. Ya no era sólo el hijo o el marido de “fulana”, sino el que operaba los controles, la consola y definía la música de la rumba del viernes en la noche. Entre el grupito de borrachos y adictos del viernes en el barrio, él, se convirtió en una celebridad. Pero la fama es traicionera y te arroja hacia espacios
incontrolables, por eso, al tal Amazonio Mogollón le ofrecieron un trabajo “serio” de operador de consola, en la radio del Fuerte Militar, que hacia lindero con el barrio donde vivía. La emisora se la entregaron a la amante de un capitán, Renatta Rondón, que jamás tenía tiempo para atender la gerencia de la estación más que para realizar los cobros, ya que sólo se dedicaba a su cuidado personal, al arreglo de su larga y rubia cabellera, de sus infinitas prótesis y de las uñas postizas. Ella era la vanidad ambulante y Amazonio le encontró su punto débil recordándole lo bella y sexy que era, a cada
instante. La programación era aburrida y de mala calidad, pero el negocio no daba pérdidas más que las esperadas.

Una mañana un mujer áspera, con mirada de acertijo llegó a la estación y de ese encuentro se le informó al diyei sobre el nuevo programa matutino. Para el hombre la desgracia había tocado la puerta, pues sus obligaciones empezaban, todos los días, a las cinco y media de la mañana atendiendo el nuevo programa. Al principio las cosas funcionaron con normalidad, pero luego, él no pudo dirigir a la señora, ni controlarla como a sus noviecitas sirvientas. Amazonio no sabía seguir órdenes y menos de una mujer blanca y desconocida por él. Pensaba que era una engreída petulante, que con sus muchos títulos lo dominaría y, al fin y al cabo,
¿quién sabía de radio, de consola, micrófonos, producción y mezclas, más que él?. Una mañana de resaca mientras dormía en el baño con la limpiadora escuchó unos golpes en la puerta. Al despertarse se acordó de la fiesta privada que había hecho en la radio, la noche anterior. Saltó como resorte y salió a realizar el programa pero ya había pasado media hora de la programación. La mujer lo increpó preguntando sobre su actitud irresponsable pero Amazonio, nervioso al ser puesto en evidencia, gritó, vociferó e insultó a la mujer. Ella tomó su maletín, lo miró de arriba abajo y se retiró sin pronunciar palabra.


Sólo unos pocos escuchas extrañaron el programa matutino y Amazonio continuó su vida pensando que había vencido al trabajo, expulsando con su actitud de flojo pobretón, a la mujer del programa, en la estación radial. Seis meses después cuando Renatta Rondón abrió la puerta de la emisor para buscar una factura se encontró con la cabeza del diyei sobre la consola, llevaba los audífonos puestos y tenía un gran micrófono metido dentro de la boca. La policía hizo una exhaustiva investigación sobre la muerte
del hombre pues, le habían arrancado la cabeza con un alambre de cobre de radio y picaron su cuerpo repartiéndolo en macetas de colores por todos los rincones. Dicen que fue el esposo de la mujer, un general de alto rango que lo mandó a triturar por gritarle a su señora, aquella infatúa mañana. Otros cuentan que fue el marido de una locutora que lo asesinó por traición, también dicen que fue el hijo de la Rondón que lo
encontró fornicando con su madre. Últimamente se habló de una de sus tantas amantes, una psicópata vendedora de seguros que le juró la muerte al dejarla por la sirvienta.

Nunca se supo, a ciencia cierta, quien asesino al diyei de Petare, pero en las noches de los viernes y
de las fiestas patrias, las luces de la estación de radio se prenden solas y comienzan todos los equipos y cornetas a funcionar como si alguien los estuviese operando. También dicen que cuando una mujer bella se encuentra en la estación se apagan los aires acondicionados y sólo un escalofrío abraza a los concurrentes. Dicen que el diyei de Petare los está acechando.






























Vudú, las ánimas y los Colectivos de Aragua A las ánimas benditas del Purgatorio Y a las ánimas benditas de Guasare

Vudú, las ánimas y los Colectivos de Aragua

A las ánimas benditas del Purgatorio

Y a las ánimas benditas de Guasare



En la familia Guasare Herrera se cumple la realidad étnica de Venezuela. Nuestra familia es de raza puramente mestiza. Formamos parte del crisol étnico del desarrollo. Mi madre alega con orgullo que estamos emparentados, a través del gen, con el mundo entero y para muestra el primo Antonio Vudú Lautaro Herrera Guasare. Sus inmensos ojos verdes contrastan en su cuerpo de pantera, grande y fornido como un Samán. ¡En fin!, él, es el terror de
las amigas de sus primas, las cuales, y para desgracia de ellas, han sucumbido plácidamente ante sus amoríos y libertinajes adolecentes. El hombre estudió en Inglaterra, presuntamente leyes y cuando arribó por Maiquetía mostró, únicamente, una hojita enclenque que lo certificó como saxofonista profesional. Mi tía, la doctora Mariana, mujer disciplinada y científica, copia fiel y exacta a su madre, alegó sacarlo de la casona y expropiarle el apellido inmediatamente, por falso y mentiroso; pero entre la abuela y mi madre, se las arreglaron para buscarle trabajo en un conservatorio, aunque sólo sea los fines de semana. Según la doctora, que ya lo mira con ojeriza y eso es malo, porque ella, no sabe de puntos medios y es cazadora de humanos, Vudú Lautaro anda en malos pasos, desde hace tiempo y lo sentenció a la calle, sin
fortuna, ni apellido, el día que ella constató su falta de palabra con el cumplimiento de los estudios. La doctora es un clon de la abuela Catalina, pero con mesura y harta cultura.


La Nana Kymbisa dice que Junior es la reencarnación del Bisabuelo Ramón y que por ello es un brujo. A veces se piensa, nadie lo dice, que Junior es sangre de la Nana por la forma como ella lo defiende de la tía Mariana quien no cree ni en brujos, ni espantos y atribuye los poderes de la Nana a la farmacopea y a la tradición Yoruba, de donde desciende nuestra niñera. 




El día de los muertos, mientras el Rosario no paró de sonar en la sala de la Casona, Mariana mostró las pruebas. Desplegó una navaja, que según ella se alojaba bajo el colchón de Junior, con unos guantes negros, cuerdas, alambres y balas de distinto calibre. Alegó que el hombre era un delincuente y que andaba en malos pasos y se armó el gran zafarrancho familiar. Además, recalcó, que el joven Vudú era mitómano y terminó recordando que nuestra familia era matriarcal pues la historia había demostrado,
contundentemente, la debilidad de los varones. Hubo tribunal familiar para el caso.



Junior explicó que formaba parte del colectivo Samán de Guere y que los aperos encontrados eran por un curso de montañismo que estaba tomando. La doctora, con su mirada eterna de desprecio ante la falsedad,
(ella es amante de la verdad y el saber, por eso se hizo científica) le preguntó si las balas de alto calibre eran para cazar pajaritos en las lomas de las “montañitas de Aragua” tierra, por cierto, bastante plana, sino se cuenta el Castaño y los picos de Ocumare. El mulato dijo que las balas no eran de él y ella respondió, sin mirarlo, que seguramente eran de la abuela. Y en ese punto se armó el gran escándalo y la gritería conjunta.



Mariana alegó que los colectivos eran un grupo de delincuentes pagados por el gobierno, falangesde asalariados que hoy, hasta se atrevían a retar a las altas autoridades nacionales, si éstos no mejoraba
n sus condiciones económicas y que representaban las bandas armadas para acciones de choque nacional y de control cívico-militar. En este punto la abuela, mandó a callar a todo el mundo, tomó la palabra diciendo que no permitiría descrédito a los colectivos de Aragua, pues ella
La Bella Doctora Mariana Guasare Herrera
estaba segura, que se trataba de organizaciones de base comunitaria, con ideología socialista a favor del proceso revolucionario y que su único pecado era el éxito obtenido por su magnífico trabajo social y comunitario en pos de la mejoría de los pobres y los excluidos. Fue entonces cuando Mariana, rezongó diciendo que lo único que le faltaba decir a la abuela era que los pranes eran más buenos que el cura de la Candelaria de Turmero.



La abuela se levantó encolerizada y cuando estuvo a punto de soltarle la cachetada a Mariana que se mantenía sentada, retando a la abuela con la mirada, Vudú saltó diciendo que cantaría la verdad. La abuela con la mano levantada cerca del rostro de Mariana declaraba la profunda división nacional. Guerra manifiesta, contra guerra fría, todas formas de
La Abuela Catalina lista para Cachetear
a la Dra Mariana
comparecimiento de la  guerra como atrocidad nacional. El joven explicó que no pertenecía a ningún colectivo pero que si estaba en un curso de montañismo. También dijo que las balas provenían de una cartuchera que había encontrado por los montes que recorría semanalmente y que las llevó a la casa como prenda de sus múltiples excursiones. Mientras todos se miraban con escepticismo algo sucedió.

De pronto, un silencio profundo rodeó la casona de Turmero y luego un zumbido ensordecedor  inundó todos los rincones de la blanquecida casa. Era el rugir de las Chicharras
Montañismo
liberadoras de San Mateo, tantas veces recreadas por el mito de la Tátara Abuela Luna Libertad Guasare Herrera, líder mantuana y guerrera ante el despotismo y la dictadura del general Gómez. Todos nos asustamos al unísono y la Nana se arrodillo diciendo que los muertos criticaban nuestra guerra familiar. La abuela tomo el rosario y comenzó el rezo en la sala, escoltada por todos los jóvenes y adolescentes, mientras el resto de la gente se desplegó a través de  las habitaciones, prendiendo velas ante
las fotos viejas de nuestros antepasados y comentando entre dientes lo sucedido, la magia del momento y el frío inmenso que nos paralizó a todos por igual. El día de todos los Santos y los muertos son sagrados para la familia y la guerra rompe con la tradición y la vida.


Mariana pasó a mi lado y sin mirarme me alegó que era difícil vivir al lado de tanta superchería religiosa, barata y de tanto fanatismo político, sin contar con los flojos y mentirosos que sólo viven de la herencia familiar. Me quedé mirando su espalda y su paso militar, percatándome que tenía varias chicharras alojadas en su alto moño. La casa olía a incienso y
rezo. Luego no logré esclarecer si los colectivos de Aragua realmente apoyan al desarrollo o sólo son nidos de delincuentes comunes. Serán las ánimas Benditas en su día que me aclaren el enigma…


La abuela Catalina si hablan mal de la Revolución






Aragua terra di grandi amori Un solo corazón para William Fayad y Nana Kymbisa

Aragua terra di grandi amori


Un solo corazón  para William Fayad y Nana Kymbisa



-Aragua terra di grandi amori -; (Aragua tierra de grandes amores); fueron las palabras de la Nana Kymbisa el día que el futuro médico cagüeño, Wiliam Fayad, pisó el portalón de la casona, de mano de su madre Doña Amelia Isaac, dama de la alta sociedad del Estado Aragua y compañera de clase de la abuela, Catalina Libertad Herrera Herrera, en el Convento de las Hermanas de María, Valencia, estado Carabobo; donde se formaban las mantuanas y futuras damas de alcurnia de Venezuela. Amelia y Catalina se conocían desde niñas y que ésta, presentara a su hijo menor, fue un acontecimiento trascendental en
El Doctor William Fayad hecho hombre
Turmero. Toda la historia la he logrado reconstruir de los trozos que he recogido de labios de la abuela y de la propia Kymbisa, cuando en las tardes melancólicas, ella, extraña a Fayad y me solicita que se lo llame. La Nana se sienta bajo la sombra de los mangueros taciturnos del patio, a esperar que él haga contacto, para ella regarlo con la bendición del día. La Nana ansia la llamada de su querido Fayad como novia recién enamorada. 

Cuenta Kymbisa que cuando salió para hacerles los honores a los visitantes de Cagua, el niño le extendió los bracitos y la miró con ojos iluminados de Orinoco. En ese instante la Nana se reflejó en ellos y encontró el gran amor de su vida y sólo en el poniente de los dos ríos que se cruzaron en los dorados ojos del futuro médico, la mujer encontró un gran amor.
Él, es como una locura de romanticismo en su vida, y desde el día del primer encuentro, hasta hoy, la mujer no sabe de otra obsesión en su corazón que poder regalarle su cariño y atención al doctor William Fayad. Es una locura de amor sin competencia pues, lo idolatra y protege radicalmente; a todo y todos los que puedan cuidarlo, protegerlo y quererlo; los alberga en su lado blanco del corazón, con la misma vehemencia que puede destruir sus enemigos y opositores. Kymbisa a veces da miedo y lo digo yo, que la quiero mucho, pues ella no conoce el claroscuro, es una mujer de blanco o negro. Kymbisa es radical, vehemente, entregada a sus afectos y sólo quiere, aprueba y protege al que tiene a bien a su médico William
Nana Kimbisa y su espectacular y contagiosa risa
Fayad. Reconoció que lo amaba tanto como a la zaga de la familia Guasare Herrera y ésto, son palabras mayores, pues son más de cien años de querencias familiares, a toda prueba. Yo, particularmente, no concibo mi vida si la Nana Kymbisa no existiera. 

La Nana tiene un afecto correspondido. Cuando ambos se juntan el amor invade todo el espacio, el aire, la tierra y el agua. Se miran, se besan se acarician con verdadero amor. Es un afecto grande que trasciende razas, fronteras, clases sociales, que rebasa el placer de los cuerpos y del entendimiento humano. Es un amor de verdad que otorga fuerza y vida para ambos y que incluye a toda la esfera
La Nana en sus conversatorios con Fayad
viviente que los rodea. Los minutos en que Fayad, semanalmente, visita a Kymbisa siempre queremos acompañarlos, aunque sabemos que hay ratos de intimidad, donde ambos conversan e intercambian sus “cosas propias” en la habitación de la Nana o en el altar del patio. Son espacios vedados para los demás. 

Dicen que la Nana caminaba horas y días, en el amanecer o en la noche, hasta la población de Cagua cuando se enteraba que William Fayad enfermaba y que se quedaba sentaba al costado de su cuna y años después, de la cama, hasta que el hombre se restablecía
La Nana arregladita esperando a Fayad
completamente. Doña Amalia decía que la Nana no dormía, que era rara, que únicamente se le escuchaba el rezo hasta el amanecer. El día que el doctor fue herido de bala en Argentina, la Nana sintió una fuerte puntada en el corazón y cayó desmayada. Dicen que fue, la única vez, que un médico pisó la casona para atenderla a ella, y que fue la fuerza de su espíritu la que ayudó a salvarlo de la muerte, en otras fronteras. 

Escribo estas líneas por que hace una semana que la Nana se mudó a Cagua para atender al doctor Wiliam Fayad, víctima de la peste de la Chincunguya. Sé que el hombre se mejorará y que juntos saldremos del drama de la peste en Aragua. El amor cura pues es
El patio trasero de la vieja Casona donde
Fayad visita a la Nana Kymbisa
una medicina infalible, así como el odio enferma y mata. En las tardes los miro, como se ríen y conversan. Ella con su alto turbante de colorines, su amplio vestido largo de algodón azul, el delantal blanco, sus collares y pulseras multicolores y su gran tabaco olorosamente perfumado con albahaca morada. Fayad, bien ataviado con su bata blanca, sus anillos y cadenas de oro que siempre intenta regalárselos y ella, por más de veinte años, se mantiene estoica devolviéndoselos. 

Yo le pregunte a la Nana de donde nacía tan intenso amor y me explicó que era espiritual. Una sagrada relación entre Yemaya, dueña de los mares, fundamento de la Nana y la Reina Oshun, dama de los ríos, el oro y la maternidad, esencia del doctor W.
Fayad. Según ella, los mortales prestan el cuerpo y el amor es cosa de los Orishas. Yo no comprendo nada de esos amores trascendentales. Sólo gozo con las frases de amor en italiano que ambos se regalan. 

Él, le dice: -Il crepuscolo di Chuao sono rinato nei tuoi occhi-; 
(El crepúsculo de Chuao renace en tus ojos) y ella responde: 
- Non ama mai qualcune mentre li amo a voi-; (Nunca amé a alguien como te amo a ti). 

Es un lirismo desenfrenado, bordado de pureza el que existe entre
ambos. Un amor de madre hijo, hermanos, familia, amantes, fuerza que todo lo trasciende y supera a su paso. 

Hoy, Kymbisa está en casa de Fayad, la casona solitaria, silencio, yo meditabunda, exorcizando dudas sobre amores que rondan las calles de Aragua. Amores y canciones…


- Il mio cuore è per voi miei cari lettori -. Mi corazón es para ustedes mis queridos lectores …; el amor es un perfume que flota y se pega… suspiro… amor, amor. 



Amor de Madre Amor de Dios