lunes, 16 de febrero de 2015

EL BOTICARIO DE SANTA CRUZ DE ARAGUA UN AMOR EN CARNAVAL

EL BOTICARIO DE SANTA CRUZ DE ARAGUA
UN AMOR EN CARNAVAL





Don José Manuel Romero
El Boticario de Santa Cruz de Aragua
Helechos de la
Casona de Turnero
La llegada del carnaval siempre acarrea jolgorio en la casona de Turmero pues los disfraces de la muchachada se confeccionan después que la Virgen de la Candelaria es elevada a su acostumbrado pedestal, en la capillita chica que se acurruca entre los naranjales del patio trasero. 




Por allá está un grupo de chinchorros y la mecedora de la abuela. Ahora, ella mandó a instalar cámaras y una gran conexión wifi porque está adicta a las redes sociales: manda tweeter por su concurrido @abuearagua, se toma sefiln con la ropa carísima que le manda su sobrina Carolina Herrera, además de sus trajes de militar y de campaña que le quedaron de cuando armó las milicias de Turmero, de la mano del General Jesús Suarez Chourio, su íntimo amigo. 


La abuela lo quiere como si fuese un hijo a pesar de su ausencia (ella alega que él tiene mucho trabajo con eso de dar golpes al acaparamiento y a la especulación y no puede desatender sus grandes obligaciones cívico-militares). Además, la doña es usuaria de Instagram y tiene una colección variada de álbumes por esta vía ya que el teléfono de última generación es otro de sus  hobbies preferidos. En verdad la abuela es una personalidad dominante por las redes sociales.

A las 6 de la tarde arribó la Doctora Mariana Guasare Herrera, con
su amiga de infancia la doctora Claudia de las Nievas Romero Aristigueta, la menor del quinteto del boticario, oriunda del glorioso pueblo de Santa Cruz de Aragua. Al verlas juntas, la anciana cambió la faz y una dulzura constreñida le bañó las mejillas. 

- Los mismos ojos cálidos de tu padre-, le dijo a Claudia con sollozo en el alma.


De la nada, como sombra asfáltica y sintiendo la pena honda de su niña Catalina, saltó la Nana Kymbisa, con su mirada de águila en cacería, su característico olor a tabaco, perfume y miel. Le hizo muchas preguntas a la abuela como buscando sacudirla de algún mal: 
- ¿Doña Catalina habló con el presidente Obama? (La nana lo amaba por su origen africano como el de ella) ¿La llamó el alcalde y el gobernador? Don Evaristo (el cura de la diócesis de Maracay) la espera en la sala; - 

Luego que la Nana recordara sus responsabilidades a Doña Catalina, ésta asumió su normal porte de matrona y de jefa plenipotenciario y sempiterna de todos los días, cambiando el tono de la melancolía.

La Nana se marchó y la abuela comenzó a recordar, sentada en su poltrona de mimbre coloreado, cobijada por la inmensa trinitaria floreada del fondo del solar. Don José
Manuel Romero, el boticario de Santa Cruz de Aragua era un hombre estudioso, altruista y profundamente católico. La misa del domingo era su preferida y llegaba a la iglesia, todas las mañanas domingueras, ataviado con su sombrero de cinta de seda, mostrando su impecable presencia. El boticario era un hombre serio y de su casa. Joven aún, contrajo nupcias con Doña Alejandrina Aristigueta y de esta unión, afloraron cinco hijos.

Amante de la sociedad sana y corresponsable con los pobres y los menesterosos todos los Diciembres, desde su farmacia, la primera en nacer en el pueblo de Santa Cruz de Aragua, ahorraba una gran cantidad de juguetes que eran repartidos, en nombre del niño Jesús,
La Botica De Santa Cruz de Aragua
a  los infantes más pobres del pueblo. Este hombre curioso y amante de la salud adoraba la ciencia, tanto como su catolicismo, y por ello se le veía en todas las procesiones del Nazareno. En Semana Santa visitaba, puntualmente, al Nazareno de San Pablo que en procesión paseaba la esquina de San Francisco, en el centro de Caracas. Paralelamente sus investigaciones científicas lo mantenían ocupado en su propio laboratorio fabricando las mezclas y remedios con los que curaba a la gente. 


Don Manuel Romero era un curandero, que con su ciencia y su fe brindó salud al pueblo de Santa Cruz por más de cincuenta años. En las tardes, al dar su paseo vespertino, conversaba de los temas del día con la inteligencia de la zona: el cura, el maestro, el médico, al artista y el político…todos sin excepción, se reunían al calor de la disertación inteligente. ¡Claro está! Siempre que la farmacia no estuviese de turno.

Cuando visitaba Turmero, el boticario eternamente le dispensó una visita a la abuela Catalina. Ella fue viuda desde muy joven y jamás permitió que nadie la cortejara, a pesar de haber sido fuertemente asediada por varios mozos ricos y de buena posición. Todos fueron
a dar al traste ante la indiferente y frígida mirada de la abuela Catalina de los Ángeles Isabel Guasare viuda de Herrera Palacios. Con Don Manuel Romero era otra cosa, pues conversaban en el zaguán, sobre la familia, la dictadura pasada y la que vendría si los políticos no asumían el reto de la modernidad.

Kymbisa sirvió café con leche y repartió polvorosas empujando a la abuela fuera de su crónica. Mariana irrespetuosa le preguntó si estaba enamorada del boticario…Claudia se carcajeo y la anciana

replicó que ella jamás se había fijado en un hombre casado, que era sólo un amigo que la curaba con unos remedios especiales hechos por él y que además, no le cobraba la consulta sino los químicos, exclusivamente.

Mariana y Claudia Romero se despidieron de la octogenaria pues visitarían Catica en carnavales y se alojarían en el ranchón familiar. La abuela se las quedó mirando mientras las mujeres se perdían por entre el verdor de las matas del patio.
La Abuela disfrazada de negrita en los Carnavales de Maracay
Aragua 2015

Las recordaba niñas. Suspiró hondo por el boticario, era como si un gran amor reviviera en Carnaval. De pronto brincó, se atavió su disfraz de negrita y se fue a Maracay a pasear. Esoooooo!

Le gritó Kymbisa, quien salió corriendo a su lado rumbo a la fiesta de carnavales de Aragua.





Dra. Claudia Romero Hija menor del boticario
 de Santa Cruz de Aragua