lunes, 27 de junio de 2022

Presentación para Mi Taller de Literatura de #RelatosCortos

 


Dedicado a todos los que rompen el miedo de la crítica y la falta de tiempo y dan curso a al reto de escribir y regalar una historia

Suena el pito espeluznante de las cinco y media de la madrugada que, diariamente, me rescata de los brazos de Morfeo (1). El sol se alza punzante sobre y por entre el grueso vitral del balcón. Tatiana ya está vestida con el uniforme azul y exhibe sus alitas doradas en pecho y hombros, mientras corre detrás de mí con el platico de atún gritando que llegó la hora de la alegría con la pescadilla. ¡Se ve muy linda mi ama…, más bien… ¡ES! muy linda; y de  buen corazón, pues, hay humanos que no tienen buenos sentimientos! Ella es militar de Venezuela, aviadora y amante de los animales… Bueno la verdad es que ella…, ella es mía, lo que pasa es que a veces siento que la pobre no lo sabe bien. Hay muchas cosas que ella ignora de los gatos y de los humanos.


De pronto, otro timbre…, ring, ring. Es la puerta principal de nuestros apartamentos que al abrirse da paso a la vecina. Se trata de la profesora Victoria Arrecife que vive en nuestro frente, adicta a varias cosas, entre ellas: gatos, café, libros, películas de acción, flores, plantas y a la literatura recia. Siempre escucho como suenan los golpecitos de sus dedos sobre las teclitas de la computadora, durante todas las madrugadas, de todos los días. La mujer es escritora, ¿debe ser porque le gusta escribir?. Tiene una gran cantidad de libros por todas partes y cuando ella se distrae yo marco mi territorio orinándole las esquinas y los libros de los estantes más bajos que se sueltan debajo de mis patas traseras. Ella, sabiamente declara que:   Biblioteca que no huela a un poco de pipi de gato no es una biblioteca seria, pues, seguro sufre de plagas de ratones y otras pestes, alega en tono de gladiador.

 A Victoria le gusta la noche tanto como a mí y cuando se asoma al balcón yo siempre la visito. Es nuestro secreto encontrarnos en las noches oscuras y frías, pues, ella nunca me ha delatado con Tatiana la aviadora. A veces la escucho hablar y cruzo el balcón para enterarme bien de sus corrillos. Yo soy negro y curioso a la vez, como todo gato noctambulo. Si ella habla seriamente, ¡cuidado!, está dando clase; pero si se ríe, ¡fiestaaaa!, está conversando con alguien serenamente. Ya le conozco sus trucos locucionales a la escritorcita ésta. Ella es docente desde los tiempos en que Matusalén se quedó en Barlovento. Me imagino que éso pasó hace más de 30 años humanos.

Mi ama Tatiana y ella son muy amigas y se visitan a diario. Bueno cuando la Tatiana está en tierra, pues parece un pájaro de los aires. Ambas humanas se reúnen mucho y fue en esas conversaciones con la profesora Victoria que me enteré sobre algunos detalles del mundo de la aeronáutica. Por ejemplo, supe que el primer humano que transportó un avión a Venezuela fue un tal Frank Boland, en 1912, invitado por un tal Román Delgado Chalbaud, quien fuese el presidente de la república. UYUYUI.

Además, logre escuchar que un tal Orville, Norteamericano, realizó el primer vuelo del mundo por allá en 1903, en una nave de nombre Wright Flyer; pero que el vuelo sólo duró doce segundos y recorrió únicamente treinta y seis metros. Allí, nació la industria aeronáutica y la conquista de los cielos en el mundo. Entonces, me lanzo de espaldas y doy rienda suelta a mi imaginación gatuna. Idéntico a la profesora cuando escribe sus cuentos y novelas. Me han dicho que son más de cien cuentos y una sola novela que se llama “El cántaro de los espíritus y cuéntamelo todo”, je je…;  que título tan cómico el de la novela. Seguro que es una comedia entre humanos, gatos y fantasmas.

Así, me acurruco al lado de la profesora Victoria Arrecife y sin explicación salimos volando por encima


de los aires, juntos en un avión F16, igual al que exhibe una foto de la Tatiana. Entonces, una presión araña mis oídos y me agarro con todas mis uñas a su cuerpo tenso de piloto novata. Yo no sabía que la Doctorcita ésta también piloteaba aviones de guerra. Sólo creía que era antropóloga, con maestría y demás hiervas académicas. Pero, ¿piloto de aviones de guerra?; que va, éso no es juego, son actos para gente valiente y combativa, capaces de dar la vida por la seguridad de las demás personas.


De pronto, la aeronave desacelera, gira en el aire y se detiene en medio de una gran nube blanca y algodonada. En segundos comienza su aterrador descenso y no tenemos paracaídas. A lo lejos el avión explota y unas luces de bengala recaen sobre nosotros. Entonces, mientras siento que muero acercándome a la tierra, el bajón es indetenible y me voy desmayando. Ya llego abajo… ¡Voy a morirrrrr…! Y suaz…, despierto. Que angustia y que mal sueño. Me voy…, nunca más les escucharé sus cuentos de viajes aéreos a la aviadora y su amigota…, me van a matar de un infarto…, mejor me limpio mi rabo largo y peludo, pero bien en tierra.

 

 

(1)   Dios del Sueño. En la mitología griega, Morfeo (en griego antiguo Μορφεύς, de μορφή morphê, 'forma') es el dios de los sueños, hijo de la personificación del sueño (Hipnos), y encargado de llevar sueños a reyes y emperadores.