jueves, 24 de julio de 2014

#Ensayo de ÉTICA. De un encuentro entre la razón y la ética


ÉTICA


De un encuentro entre la razón y la ética


Para los griegos la palabra logos significa descubrir los límites del Mundo. “La filosofía ateniense se constituyó sobre la base de aceptar la naturaleza como algo dado, como algo que era así y no podía ser de otra manera. El sustento del concepto fundamental del sistema platónico-Aristotélico: “el ser, lo que es de una manera y no puede ser de otra”. Esta es la antigua noción de que la naturaleza es inmutable,
inalterable y  en ella no existe el cambio. La noción del logos tan sólo se basa en un “mirar” lo que ya esta dado en la naturaleza.

El logos responde a tres principios básicos: a. Identidad, b. No contradicción, c. Tercero Excluido. Razonar es por tanto un acto humano, un proceso. En su génesis supone la asunción de premisas las cuales deberán cumplir con lo principios antes señalados. “Las premisas son constataciones empíricas de las cuales podemos perfectamente dudar”.

La noción de que la verificabilidad empírica permite la obtención de premisas “verdaderas” es una ilusión, pues en la empiría no hay identidad, no contradicción, ni tampoco tercero excluido; en el mundo empírico la totalidad se manifiesta como caos, cambio, diversidad y absoluta especificidad, pues cada cosa que los humanos pretendamos “mirar” y me refiero a la observación científica en el mundo empírico se verá obligado a detenerlo, aquietarlo y a robarle la dimensión temporal para poderlo aprehender con detenimiento. 

Así, los elementos en el mundo empírico tan sólo se igualan a sí mismos por un tiempo infinitamente mínimo, tanto que cada instante en  la empiría se modifica inagotablemente como el fluir de un  río. Esta es la noción del devenir: lo que permanentemente esta fluyendo, planteada por Heráclito. “El núcleo estrictamente lógico de un razonamiento reside en la forma especifica de relacionarse que nosotros le establecemos a dichas premisas, más que la definición rigurosa que le hacemos a cada una de ellas”.

De esta manera y para el proceso de la razón, hasta que las premisas sean validadas hasta un nuevo aviso, en tanto que el mismo logos les otorgue otra connotación diferente a la anterior, obtendremos una verdad científica, una verdad  deducida de la razón. Las proposiciones lógicas se identifican fácilmente porque son de una manera y no pueden ser de otra.

Lo verdaderamente lógico no se encuentra en la veracidad o no de las premisas  constitutivas,  sino en su estructura misma, en el tipo de relaciones que se establecerán  entre dichas premisas, en su encadenamiento irrebatible en forma de cascada.

      
El centro del razonamiento está en la forma específica en que se relacionan las premisas una vez que las misma son consideradas verdaderas (más bien acordadas entre los que participan en el proceso, he aquí el ámbito de socialización de la razón originario de la Polis griega). La conclusión


obtenida del acto lógico, por tanto, no es imperativamente la expresión máxima de la razón, tan sólo es su resultado más acabado; es incontrovertible e irrebatible. Nadie puede  “discutir” con la razón ni a partir de ella pues ésta no permite abordar caminos alternos.Las cosas son de una única manera y no pueden ser de otra.  Por tanto, la conclusión lógica no permite opiniones, pareceres o puntos de vista divergentes. La razón es analítica, instrumental y deductiva.



El final del proceso de razonar será la obtención de la conclusión o verdad científica, pero ésta, es deducido de las premisas en atención a que desde el principio del proceso la conclusión  ha estado contenida en ellas, en las premisas, y el razonamiento tan  sólo las ha puesto en evidencia expresándolas abiertamente.

Así, el proceso de razonar se convierte en un círculo, en una tautología infinita donde premisas y conclusión se hacen irrebatibles, al tiempo que han venido creando un mundo a lo largo de dos mil quinientos años en la historia de Occidente, en el cual se ha cercenado la posibilidad de pensar más allá de los muros de la razón.

Por tanto, nada hay de elección en la razón más allá de las premisas que le dan origen al proceso, pues si la razón es un acto de deducción, entonces ¿qué es una decisión?; ¿Será, entonces, lo mismo deducir y elegir?, ¿La libertad de elección es una deducción?, ¿Todos los actos a los que se enfrenta el humano, - en el mundo real, digo - estarán enmarcados en el ámbito de la deducción?, ¿Cómo se construye la noción de la realidad en la mente humana, o más bien en cada mente humana, si suponemos que no son todas iguales?, ¿Pensar es igual a deducir y no hay más posibilidades que las que otorga el proceso mismo?, ¿Será entonces la ciencia tan solo la posibilidad de universalizar el proceso de razonar y todos los demás conocimientos serán  tan solo hijos y nietos del mismo espejismo?. Hay que seguir interrogando a la razón.







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