miércoles, 2 de septiembre de 2015

El diario de PSICOSIS En el callejón de los muertos

El diario de PSICOSIS
En el callejón de los muertos
 UNA HISTORIA VERDADERA

No es fiesta es, más bien, psicosis vecinal. La vieja, que desde que recuerde ha vivido en la casa de enfrente, se está muriendo. Por ello, su hija calva enloqueció. Lo que narro es la vida misma, nunca invento, ni siquiera para los lectores. Soy una escritora del drama real de la existencia.

Sale el sol, una se levanta y aterriza en el patio delantero y disfruta del pequeño jardincito herencia de la abuela. Intenta regar y, generalmente, nunca hay agua por estos lares. Por eso, el día que el preciado líquido aparece, suelto unas pocas, enjutas y terrosas góticas de agua;… una aprovecha la jugada y rocía agua en forma indiscriminada.

Me concentré en las flores tornasoladas de la enredadera, la candidez mística de los helechos, en fin, en el sutil arrullo de la clorofila cerca de todos los poros de mi piel. Alegremente abrí la verja, saque la manguera y enjuagué un poco la acera. Con prisa, como para sosegar el polvo seco y tranca garganta, rocié unos chorruelos hacia el frente de mi acera, justamente de cara al pontón principal de mi casa, como exorcizando el camino. Un pequeño riego refrescante…que apenas si humedeció la calle abrazada del calor madrugador… ¿¡Dios!, para que fue eso?...

Terminé mis movimientos con la manguera verdolaga, la
enrolle como culebra que busca sueño y llegué a la cocina a retomar el segundo café de la mañana…Se imaginarán que cuando amaneces a las cuatro de la madrugada, las siete, son casi medio día. Así pasó algún tiempo que no recuerdo bien su magnitud hasta que empezó el embrollo.


Tomé la escritura y de ¡pronto!, algo sentí…como un alarido de hiena. Asomé mi ojo cazador a través del vidrio, en el cual, yo domino el exterior sin que los otros puedan verme a mí. Lamento decirles que mi mirada se rozó con psicosis pues era ella la del escandalazo del callejón.



Psicosis es el alias que le di al vejestorio hija de la moribunda. Ella, gritaba esquizofrénicamente porque se percató que yo había tendido con un poco de agua limpia en
Psicosis mirándome por la reja
el medio de la calle que está, para lamento mío, frente a la puerta de la suya. La calva, porque además de fea es pelona, andaba furibunda, como si se le hubiese metido el propio diablo en el cuerpo, lavando su acera con desespero. Con gran ira, tomó un tobo con agua y lo lanzó frente a mi portal. En la calle, por supuesto, de lo contrario Dios sabe cuanta sangre hubiese corrido por las aceras esta mañana si me lo percute en mi puerta… Parecía una perra brava. Su
madre, la vieja bruja, chismosa y enredadora…; por culpa de su lengua y chismes mal sanos, han habido hasta asesinatos en el callejón donde vivo… Les dije que estas moscas muertas de mis vecinas son maldición gitana…; vomito del diablo…; la vieja secundaba por la espalda a Psicosis como el espíritu malo que es.




Yo vigilé todo el crítico terror desde el interior de las ventanas ahumadas de mi casa. Sus gritos taladraban lo profundo de mi hogar cuando se percató que yo había
baldeado mi frente. Y es de piedra, señoras y señores… En instantes medité que hacer detrás de la ventana ¿Qué hacer?...Salgo o me quedo espiandola… Con la rabia tapiándome la garganta…


Miré el hacha con la que corto los palos del jardín. Lucia estilizada y hermosa, tímidamente acomodada tras la puerta, como señorita en espera del amante. Aulló más alaridos que cortaron el silencio de las nueve de la
mañana…hora en que supuestamente yo no estoy en casa…La calva es una sirvienta que piensa que mi propiedad vive de día a merced de su locura en horas de oficina. Típico de la gente pobre y corriente, con el horario popular en la mente.




Gritaba que unas horrendas defecaciones habían sido puestas por mi flamante persona en la esquina de su casa, vivienda que al igual que la mía, linda con la calle principal, donde pululan todo tipo de transeúntes tira basura, animalitos de la calle y demandantes de las cochinadas y
porquerías que sus propios inquilinos venden. Ella, vestía la misma ropa de poliéster pegajoso de siempre, chanclas petroleras…sus piernas venosas, sus patas calludas…que deprimente espectáculo. Toda ella es una demoniaca alucinación, así sean la diez de la mañana y se le postre al lado San Miguel Arcángel en persona.

Yo asida como ventosa tras mi ventana acariciaba con mi pupila el hacha y el pico con el que, diariamente, destrozo lo troncos del jardín. Me imaginé tomándolo. Abriría las puertas de mi casa con tranquilidad y saldría rápido, parándomele justo al lado de la histérica vecina. Ella,
seguramente, intentaría alejarse o resguardarse en lo profundo de su casa cuando percibiera mi aura criminal, pero yo estructuraría la operación bloqueándole la entrada de su puerta desde el principio.

Sin dar tiempo a nada y aprovechando la sorpresa del momento y el susto, con la adrenalina acelerada, yo, con pétrea tranquilidad, levantaría el hacha y se la incrustaría
brutalmente en la cabeza a esa bestia vecinal. ¡Santo Cristo!... Como disfrutaría los chorros de sangre bañando su feo rostro, el aflojar de su cuerpo, desvaneciéndose en la acera que ahora, si estaba sucia con la hediondez de su sangre asquerosa. Finalmente, me daría la vuelta y penetraría el interior de mi residencia. Una vez allí, en la candidez del hogar seguro, me dirigiría a la cocina, abriría la nevera y me serviría un dulce y espesito jugo de lechosa madura, un néctar para guerreros triunfadores. Seguidamente me lavaría las manos para mitigar la pestilencia de la basura que estuvo cerca de mí y, finalmente, correría al despacho a escribir estas rayuelas sin sentido. Cuanta frustración por el anhelo no cumplido….Psicosis…, al parecer, terminó su manicomio matutino.

Al mediodía ya mi ira corría libre por mis venas…Psicosis amenazó mañaneramente con halarme por las mechas…matarme…Claro tiene rencor de mi frondosa melena…no es para menos…la envidia de una calva fea…un desperfecto de la naturaleza. 


Ella rivaliza hasta con las iguanas, las culebras…, todas éstas son bellas en su especie…pero a ella sólo le queda el suicidio…quizás ayudo a la muy cobarde para que no sufra más con tanta indigna horripilancia… A lo mejor un día de éstos le hago la caridad y terminó clavándole el pico de mi hacha en la cabeza…

Espero con anhelo ese día, lectores míos…lo espero de verdad








No hay comentarios:

Publicar un comentario