La Estrella de Mar que quería ser una Estrella del Cielo:
Tiba y la estrella del cielo
Un día de mar que me gustaría recordar, nace Tiba, la estrella de Mar que quería brillar como una estrella en el cielo.
Al nacer, desde que era una diminuta larvita, pudo ver desde el fondo del
océano un rayo de luz que venía de una estrella del cielo, al verlo sintió que su
existencia la bañaba de claridad y dijo para si:
-Que luz tan bella, algún día podré brillar como esa estrella del cielo.
En la calma del inmenso océano, la contemplaba, cuando éste se tornaba
recio y el oleaje no la dejaba ver, igualmente pensaba en ese cuerpo luminoso
que estaba fuera de su alcance, en la visibilidad y en invisibilidad la
estrella celeste estaba presente como el día de su nacimiento, así pasaron los
días, las noches y Tiba no hacía más que pensar en su estrella del cielo.
Tiba inicia la búsqueda
Tiba con el pasar de los años se hizo más grande, sus brazos se
fortalecieron, comía algas marinas y plantón, no le gustaba comerse a los
moluscos o los peces muertos, ella decía que sí le agradaban todos los animales,
como se los iba a comer, procuraba ganarse el aprecio de sus amigos y
el resto de los seres marinos; vivía en un coral, mantenía limpio ese lugar e
invitaba a todos su compañeros a mantener el lugar aseado, tenía el hábito de
la limpieza.
Todas las mañanas le habla a la estrella del cielo, antes de hacer sus
tareas, le decía: -Estrella gracias por tú luz que nos das desinteresadamente a
los que habitamos en el mar y a los otros seres que viven en la superficie.
En los corales, donde vivía, otras estrellas de mar, los caballitos que se
desplazaban en bandadas, pez espada, los caracoles, también habitaba en ese
lugar un amigo en particular que no era una estrella de mar; Francisco un pez azul
con manchas color naranja, levemente un poco más grande que ella, solitario
pero entusiasta, que deambulaba siempre por donde estaba Tiba, conversaban
constantemente, ella siempre le hablaba a Francisco de su deseo de brillar como
una estrella del cielo.
Un día, se vieron y conversaron,
-Hola Tiba, con alegría saludo Francisco.
-Hola-, respondió Tiba, con cierta nostalgia.
-¿Ya conseguiste la forma de brillar como una estrella en el cielo?,-
preguntó Francisco.
-Aún no, pero sigo pensando en eso-, contestó Tiba.
Hizo un gesto reflexivo e irrumpió a lo que dijo con entusiasmo:
-Tiba y si hacemos algo para que eso suceda-; Con determinación de ayudarla
respondió el amigo.
-Es cuestión de atreverse de hacer tú sueño realidad,- agregó.
En ese momento al escuchar esas palabras generosas de su amigo, se llenó de
alegría y de nuevo la felicidad toco su alma, diciéndole:
-Gracias, siento que está amaneciendo una nueva esperanza para mí sueño de
irradiar esa luz del cielo.-
Francisco, le dijo con exaltación, -Vamos a buscar quien nos puede ayudar,
preguntemos a los conocedores, a los que saben.-
A lo que respondió Tiba: -Muy bien empezaré a preguntar, me siento tan
feliz!!-
El tiburón arrogante
Desde ese momento, empezaron Tiba y Francisco a preguntar cómo brillar como
una estrella del cielo.
Una vez estando Tiba buscando respuesta se consiguió con el tiburón,
con sus rémoras y Tiba abordó al
tiburón, preguntándole:
-Hola Tiburón-, saludó Tiba.
Respondiendo el Tiburón, -Hola Estrellita.
-Tú eres un pez ágil, rápido y fuerte, eres un aguerrido depredador, ¿me
podrías ayudar?
-Dime Estrellita-, contestó el Tiburón, complacido por esas palabras, que acariciaba
su frágil ego.
-¿Cómo puedo brillar en el cielo?-, preguntó Tiba.
A lo que respondió el Tiburón, con una gran carcajada: -Pretendes tú ser
estrella del cielo, es un chiste, ¿verdad?
Con decepción por la actitud del escualo, respondió Tiba, no es ningún
chiste, la verdad es que quiero ser una estrella del cielo.
-Mira estrellita-, respondió el Tiburón: -Yo soy un pez que tiene poder en
el mar y no pretendo ser lo que no soy, sigue viviendo en el fondo del mar,
comiendo de moluscos y viviendo tú corta vida, hay quienes nacemos para reinar
en el mundo y otros para vivir en el fondo del mar, como carroñeros y tu
estrellita no eres diferente.-
Tiba después de esa conversación, se sintió como si el tiburón hubiese
devorado sus sueños, pensó que estaba destinada a vivir en el fondo del mar,
solo la tristeza y desilusión acompañan a
Tiba en el descanso de la noche.
Con desaire Tiba le habló a la estrella del cielo, diciéndole - Supongo que
mañana será un día mejor-.
El Delfín y Francisco
Por su lado, Francisco nadaba: -Ya sé quién puede ayudar a Tiba… el,
delfín, uno de los seres más inteligentes y los humanos lo admiran por su perspicacia,
estoy tan feliz!.-
Al verlo se llenó de alegría, saludándolo: -Hola amigo Delfín.-
-Hola Pececito- respondió con entusiasmo el Delfín.
-¿A qué se debe, tú presencia por estos lados?-, con curiosidad pregunto el Delfín.
-Quiero ayudar a mi amiga una estrella de Mar, por eso vine a preguntarte,
¿cómo una estrella de mar, puede refulgir como estrella en el cielo?-.
A lo que repreguntó con cierta extrañeza pensativa… -¿Una estrella de mar
quiere brillar como una estrella del cielo?-, se hacía la pregunta en voz baja,
varias veces para sí, como si fuese una pregunta que no pudiera entender y después
de unos segundos contestó a Francisco:
-Mi pequeño amigo eso es imposible, las estrellas de mar, nacieron para
vivir en el fondo del mar. Imposible-.
Con desilusión se preguntó Francisco, no sabía si el desengaño sufrido era
por la respuesta del Delfín o por Tiba, que no podría convertirse en una estrella
de luz, a lo él añadió. -Pero Delfín, tú eres de esos seres más inteligentes,
donde los humanos te admiran, ¿me dices que no es posible?-
Y él le contestó: -Lo siento mi pequeño amigo, tú amiguita tendrá que
acostumbrarse a ser una estrella… pero de mar.
Se despidió Francisco del Delfín, nadando hacia el fondo del mar,
lentamente desilusionado y preguntándose: -¿Cómo se lo digo a Tiba?- Con la
angustia de no saber cómo sería su reacción, y desilusionado por no poder
ayudarla, continúo nadando.
Una lagrima de Luz
Al día siguiente, a pesar de lo mal que se sentía después de hablar con el
Tiburón, Tiba decidió buscar otra respuesta, ya le habían hablado de una sabia
tortuga que tenía más de doscientos años y ella podría ayudarla, y antes de ir
en buscarla, llegó Francisco.
-Buenos días Francisco-, con mucha mesura saludo Tiba.
-Buenos días Tiba, con igual ánimo, como si ambos se hubiesen puesto de
acuerdo.
-Francisco ¿cómo te fue?, ¿pudiste hallar algo?-, Tiba pregunto con cierta
esperanza.
Y bajando la cabeza Francisco dijo: -El delfín me dijo que no era posible-;
otra respuesta que hacía que creciera la desilusión de Tiba, con desanimo le
dijo a Francisco:
-Es el momento de aceptar lo que soy-, cinco lágrimas salieron de sus
ojitos que se confundieron con la inmensidad del fondo del océano, viajando a
cientos de kilómetros.-
Sin embargo; en medio del dolor que la estremecía vio a Francisco, quien al
igual que ella, tenía sus ojos
brillosos que la conmovieron y atenuaron su desilusión, diciéndole con una
sonrisa enternecedora: -Gracias Francisco, has sido un gran amigo, porque me
has acompañado en este corto viaje-.
Francisco no respondió porque si lo hacía el llanto lo invadiría; además, sus
pensamientos se concentraban en lo triste que se sentía su amiga.
El silencio invadió ese pequeñito fondo de océano donde conversaban Tiba y
Francisco.
Así pasaron unos segundos, cuando
Tiba irrumpió diciendo a Francisco, si ambos nos caemos en la desilusión
ninguno de los dos podrá ayudar al otro y ahora me toca a mí ayudar.
Tiba de nuevo miró a los ojos a
Francisco y le dijo: -A lo largo de estos días he aprendido algo, primero hay
que tener el valor de iniciar un sueño y luego el valor de la amistad, ¡gracias
amigo!-
La Tortuga en búsqueda de Tiba
Las cinco lágrimas de Tiba que habían salido de ella, viajaban a cientos de
kilómetros por el océano y llegaron a una tortuga de mar. Estas lágrimas se
posaron en su caparazón y la sintió, como pudo las tomó y logró distinguirla
como unas lágrimas de amistad sincera, al verla pensó la tortuga: -Uhmmm nunca
a lo largo de mis doscientos cincuenta años de vida había conocido unas lágrimas
de ese tipo, conocida por los expertos como gotas de luz.
La tortuga sabía, que de quien venía
estas lágrimas, podría era un ser luminoso, que su luz podría compararse con la
luz de las estrellas, a lo que pensó: -Viajaré a buscarla ¿dónde está ese ser
luminoso?-. Pero a su vez se preguntaba -¿Una estrella celeste en el océano?-. Con determinación agregó para si, -Es mi hora
de meditar esto aclarará mi mente y de mi profundo ser obtendré respuestas-. Así
que la tortuga se dispuso a meditar, se posó en una piedra en el fondo rocoso,
cerró sus ojos, empezó a respirar lenta y conscientemente. Su único pensamiento
era la cadencia de su respiración, así se detuvo su pesado cuerpo y su sabia
mente.
En lo profundo de su meditación una voz interior le decía: -Sigue la estela
de luz más clara y perfecta…, cuando no veas el camino busca la luz más clara y
perfecta-.
La Tortuga y los extraños seres
marinos
Al salir de su meditación, la tortuga se dispuso a partir. Para hacer el
viaje, tomo solo como mapa, su intuición y el deseo de conocer la fuente de esa
lagrima de luz. Se dejó llevar por una corriente submarina, a una velocidad de
cientos de kilómetros por hora, no pudo sincronizar su nado con esa corriente
submarina donde fue lanzado directamente hacia un hoyo profundo en medio del océano.
Su caparazón sirvió de escudo para amortiguar el golpe que le propino la caída
hacia la profunda fosa… por unos minutos estuvo inconsciente, se recuperó y luego
de sacudirse la cantidad de arena que le cayó encima; exclamó: -Debo haber
caído bien profundo, no veo nada-, con serenidad lo expresó, actuando sereno y
pensando: -¿Cómo podría hacer para salir de ese lugar?, no habían pasado unos
minutos cuando vio unos peces que poseen luz propia y habitan en las profundidades de ese lugar , e
inmediatamente les habló, les pidió que le iluminaran la salida de esa
profundidad.
Accedieron las extrañas criaturas marinas y la tortuga pudo ver la salida,
agradecido por la ayuda, se despide de estos peces luminosos, cuando
repentinamente uno de ellos le preguntó a la tortuga: -¿Cómo llegaste acá?-, a
lo que contestó la tortuga: -La corriente marina me trajo hasta acá-, agregó. –Estoy
haciendo un viaje donde busco a un ser luminoso-, a lo que con cierta duda,
otro de los extraños peces, le afirmo: -Pero nosotros somos las únicas especies
marinas hasta ahora conocidas con luz propia, dentro del fondo del mar-, agregó
escéptica, -¿Existen otros seres luminosos? , a lo que contesto la tortuga: -Su
luz no es la como la de ustedes, es aún más luminosa, da claridad a la acción y
solo algunos privilegiados la pueden ver con otros ojos, exclamó burlonamente
otro de ellos: -Creo que la caída a estas profundidades te golpeo la cabeza,
estas disvariando[jlt1] -, al
que el resto de los singulares seres soltaron una risotada, la tortuga sonrió
gentilmente ante el comentario sarcástico y la burla, a sabiendas que lo infructuoso
que era discutir sobre el tema y decidió nuevamente despedirse: -Otra vez muchas
gracias, hasta luego amigos-. Respondió serenamente, la tortuga, salió nadando
de esa profundidad, los peces se quedaron extrañados de su reacción calmada y
natural, y viéndose entre sí, como diciendo: -…pobrecita la tortuga, el
golpe le afecto la cabeza….
El caracol atrapado
Mientras tanto Tiba había desistido a ser una estrella de luz, se dedicó
ayudar a otros animales marinos, peces, mantarrayas, almejas y quien estuviera
en aprietos, además, mantenía aseado el coral, recolectaba algunas algas, que
las guardaba con la intensión de compartir con algún pececito enfermo, así transcurrió la vida de Tiba.
En los corales vecinos, había uno en particular que estaba en un acantilado en el
fondo del mar y por ahí se encontraba atascado un caracol, que gritaba: -¡Ayúdenme
estoy atrapado!.- a lo que escucho Tiba mientras venía de recolectar algunas
algas, lo vio y decidió actuar rápido, porque el caracol era presa fácil de los
depredadores que merodeaban cerca, por ejemplo sus hermanas las otras estrellas de mar, ya
que estos equinodermos son carnívoros y carroñeros, pero no el caso de Tiba ,
que solo comía algas marinas porque era vegetariana, cosa que la hacía especial
dentro de estos animales marinos.
Al principio se asustó mucho el caracol, cuando atrapado, vio acercándose a
la estrella de mar y sintió que era su fin, hacía un gran esfuerzo por desatorarse,
pero no podía, y pensó el caracol: -voy a morir- al instante de forma repentina
Tiba, le dijo: -Tranquilo… caracol no
tengas miedo, voy ayudarte-, pero él escéptico, seguía luchando y ahora se
debatía, entre creerle a quien pensó que era su potencial comensal o la trampa donde estaba y no lograba salir. Mientras
tanto pensó Tiba: -No hay tiempo que
perder, si no lo ayudo, se van a dar cuenta los otros depredadores y va a ser su
fin-. Esta se acercó donde se encontraba él y con sus extremidades lo envolvió y
con el resto del cuerpo hizo una gran fuerza, aprovechando el peso de ambos, para
desatascarla de ahí. Al primer intento no lo logro, al segundo, y listo salen y
caen, Tiba al verse que van caer termina de envolver al caracol para amortiguar
la caída de este.
Ambos caen al fondo del acantilado, ileso el caracol pero Tiba un poco
aturdida, relaja sus extremidades para liberar y en medio del atolondramiento de
la caída, le dijo al Caracol -No te iba a comer lo que hice fue para sacarte de ahí, sino otros depredadores te hubiesen almorzado,
el caracol con extrañeza le dijo a Tiba, mientras esta se recuperaba de la caída,
-Gracias, pensaba que me ibas a comer , a lo que le respondió recuperándose del
golpe, -Soy vegetariana, como solo algas-. entonces respondió con sorpresa el
caracol, -Es extraño conseguir una estrella de mar que no sea carnívora y
además siempre son muy golosas-, inmediatamente dijo la estrella de mar: -Así
se alimentan ellas, pero desde hace mucho tiempo me pregunté, si me gusta tener
muchos amigos, ¿porque me los voy a comer?
Entonces el Caracol le contesto; -Desde ahora seré tú amigo estrellita,
gracias por ayudarme-, y se fue
lentamente andando, Tiba por su lado lo ve desaparecer en el fondo rocoso,
mientras ella termina de recuperarse del
golpe que le propicio la caída, pensó: -Eso de ayudar a otros trae sus
consecuencias… pero a pesar me siento tranquila,
repentinamente se fue al momento que contempló por primera a la estrella del
cielo sintiéndose envuelta por esa luz
que estaba más allá de la superficie… percepción que tuvo por unos segundos para
luego desvanecerse, pensó ella, -Creo que el golpe me afecto la cabeza-, como
pudo se sacudió la arena y siguió caminando por el océano, pero sin saber que ese
acto noble con el caracol la había conectado con su estrella de luz
Francisco y la medusa
Pasaron varios años, Tiba siempre
ayudaba a los demás seres marinos amigos o desconocidos, limpiaba el coral
constantemente, no dejaba que los residuos se acumularan, sabía que eso podría
afectar el equilibrio de la comunidad, recogía algas marinas para compartirlas,
un día se vio con Francisco, ambos
sintieron una gran felicidad , se reían
y hablaban de los días en que se habían conocido, mientras tanto, comían
pequeños bocados de algas marinas que tenía Tiba almacenado en un pequeño lugar
del coral, dispuesta a compartir, conversando, le pregunto Francisco, -Has
podido hallar una respuesta-, a lo que ella responde con un aire de entusiasmo,
-¿Respuesta de qué?- Francisco respondió- Eso de brillar en el cielo respondió
inmediatamente el pequeño pez – ¡Ahh! bueno creo que eso se quedó atrás con mi
juventud, consigo satisfacción ayudando a los seres marinos, a limpiar el coral,
ahora soy una estrella que tengo 25 años
ya he vivido,- le dice Francisco -Eres una abuelita estrellita -, con tono
jocoso y a la vez tierno.
Mientras tanto se encontraba observando a lo lejos entre las rocas del
coral, tratando de no ser vista una medusa; Francisco y Tiba eran la presas, no
dejaba de observar tan mortal criatura los movimientos de Tiba y Francisco,
fijando su estrategia para devorarlos; al mismo tiempo conversaban Tiba y
Francisco, le platicaba Tiba que sentía esa sensación de paz cuando ayudaba, esa impresión no la sentía
desde hace mucho tiempo, desde que había
contemplado la estrella del cielo, desde que la vio por primera vez, eso lo
percibía en cuestión de segundos.
Cuando de pronto vio aparecerse la medusa, que iba directamente a tomar a
Francisco con sus tentáculos, no sé dónde salieron fuerzas y velocidad de Tiba e inmediatamente se abalanzo sobre el pequeño pez empujándolo y
exponiéndose al feroz ataque de la medusa, quien la envolvió con sus tóxicos
tentáculos y empezó a suministrarle el
ardiente veneno, Tiba sentía que no podía soportar el veneno que penetraba
hasta lo más profundo de su ser, gritaba por daño que le propinaba su victimario, la estaba inmovilizando preparándola
para devorarla, el ataque que le estaba
causando era mortal.
A lo lejos Francisco por su parte observaba la carnicería y la impotencia
lo invadía, no podía hacer nada, la fatalidad al parecer estaba llegando para
Tiba.
En ese instante en plena embestida, Tiba,
se debatía entre la lucha y la muerte, ve hacia arriba, contempla la estrella del cielo
y su mirada de angustia atraviesa las profundidades, la superficie donde los
humanos son inconscientes amos, y sale al espacio, se transformó ese tormentoso momento,
en un viaje a la velocidad de la luz, cuyo destino, fue un lugar luminoso, con
cristales, que destellaban colores que contrastaban, con la brillantez del
lugar, se escuchaban imperceptiblemente coros muy armónicos que le causaban
mucha tranquilidad a pesar del dolor que experimentaba su cuerpo;
intuitivamente ella sabía había llegado a su Estrella del Cielo, había una
extraña unión entre ese nuevo lugar jamás visto y ella.
Tiba y La reina de la Estrella
A lo lejos escucho una voz dulce: -El
momento ha llegado Tiba-, se hizo
silencio y luego esta voz agregó: -Es, el
momento de estar aquí en donde algún día saliste… estas retornando a casa es el
momento de despedirte de tu océano, tus amigos, de tu ideas...-, a lo que
agregó: -Ya eres parte de esta estrella
del cielo, ya estás aquí, lo has logrado Tiba, tus acciones te han hecho
merecedora de vivir aquí y formar parte de esta estrella, …, siempre te hemos acompañado, pero no lo
podías saber, debías vivir, en medio de
tus iguales e inspirarlos a ser mejores seres marinos,
-Pero quien eres pregunto Tiba a esa
voz-, -Soy la reina de luz y mi reino es
esta Estrella,… te vi nacer… el día de tu nacimiento te entregué mis dones, y
tú te iluminastes sin saberlo… nuestras almas se juntaron en una mirada.
Tiba intuía que era el fin de su vida en el Océano, tenía que seguir su
camino en otro espacio y tiempo, sin embargo, estaba una tarea pendiente a lo que pensó, -Debo despedirme de Francisco, mi amigo,
siento que la culpa por no lo ayudará, entonces le hizo una súplica a la Reina: -Por favor puedes darme la posibilidad de
regresar, debo culminar algo; Francisco mi amigo debe saber que yo estoy bien y
continuaré mi camino en paz, insistió ésta, a lo que contestó la Reina -En este
momento tu depredador está suministrando el veneno, para luego devorarte, no tendrás
tú cuerpo para hacerle llegar tú mensaje…-, con determinación contestó Tiba
Inmediatamente, -Correré el riesgo-, con gran admiración le dijo la soberana
Estelar: -Por eso es que eres una de las nuestras, tú valentía y arrojo siempre
nos inspiraron a dar luz a este universo, sobre todo a los seres que reinan la superficie
de la tierra, que necesitan de claridad para
salir de sus sombras… agregó, -Está
bien. Ve y termina tú labor. Puntualizó la reina.
El encuentro Tiba y la Tortuga
Tiba retornó de forma inmediata al fondo del mar, sin garantía de cumplir
su propósito final y sufriendo los embates mortales que la medusa le causaba el veneno transmitido desde sus ponzoñosos tentáculos; no había más remedio la
dosis letal estaba cumpliendo su objetivo, Tiba estaba agonizando y la medusa
estaba relajando sus tenazas para devorar su cuerpo; repentinamente la medusa
siente el impacto de un objeto contundente
en su cuerpo gelatinoso; era la caparazón
de la tortuga, que veía lo que estaba pasando y decidió actuar sin pensar,
tanto que nadó tan rápido que logró chocar con la medusa e hizo que perdiera su
presa, la soltó, ésta cayo y Francisco expectante tomó rápidamente a Tiba y pudo arrastrarla
hasta los corales para ocultarse de la medusa. Al otro lado se
debatía la Tortuga y la medusa, está grito, -¡Deja mi presa!- le dijo a la tortuga a lo que esta respondió: -Dejó de serla al instante soltarla, si la
quieres tendrás que vértelas conmigo, esta caparazón es mi escudo, pero mi
arma más poderosa son mis 250 años, sí
aprecias tú vida y tú amor propio, mejor
que te alejes- segura y con tono desafiante exclamó la tortuga que veía fijamente a su rival con la serenidad
propia de la experiencia de haber ganado muchas batallas, pero la más
gratificante; la interna. La medusa dentro de su practicidad, no le quedo más
que voltearse y alejarse.
Francisco observaba la situación, mientras Tiba sufría las quemaduras del
veneno que ya habían penetrado sus órganos vitales, dándole paso a lo que sería
su final, haciendo un gran esfuerzo le dijo a Francisco: -Amigo pude unirme a
la estrella del cielo, a lo que Francisco no cuestionó por respeto, sin embargo
lo tomó como un síntoma del veneno, Tiba insistió, -Es verdad, es tiempo de
despedirnos, administrando cada palabra, cada halito vital; no obstante, soltó
una última lagrima y Francisco fue testigo de eso, de nuevo se posó en la
tortuga que se incorporaba después de su heroica defensa, está se acercó a la estrella de mar y a francisco,
¿esa lagrima ha salido de la estrellita de mar? A lo que pequeño pez le
contestó afirmativamente con la mirada baja consternado por la agonía de su
amiga y le dijo a Tiba: -¡Por años te he estado buscando!... ¡tú eres ese ser!, la evidencia viviente que las
estrellas de cielo vierten su amor en el mar y viven con nosotros, nos indican el camino hacia la luz por medio de acción.
Francisco escuchó atentamente lo que le decía la tortuga, intuyó que podría
hacer algo para salvarle la vida a su amiga, a lo que le preguntó: -¿La puedes
salvar?, contestando con aire resignante la tortuga; -Aunque pudiera amigo, no
puedo interferir en su destino, es necesario que siga su camino y el de ella es
brillar-, Tiba interrumpió con gran dificultad al hablar: -La tortuga dice la
verdad Francisco, llegó el momento de mi partida. –Con lágrimas en los ojos y
con duda, expresó, -Pero el ataque era para mí-, la tortuga se refirió a
Francisco y le dijo: -Esta estrella de mar es una expresión de amor de luz y
ella te amaba-, acercándose la tortuga al pececito le susurró, -Déjala ir-, sin
pensarlo Francisco, le dirigió a Tiba, -Para mí siempre has brillado… me
enseñaste el valor de amor hecho acción Adiós, te extrañaré -, en ese momento poco
a poco el cuerpo de Tiba se iba iluminando, transformándose repentinamente en
un rayo de luz que surcó el fondo del mar hasta el espacio, confundiéndose con
las Estrellas del cielo.
Ahora Tiba se encuentra iluminando desde una Estrella en el cielo dándonos
su luz a sus amigos conocidos y desconocidos.
Una belleza de cuento, con un gran mensaje y mucha imaginación. Felicidades Don Tomedes
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