Chicharras de libertad en San Mateo
Para el estado Aragua y
en especial de San Mateo
Las
viejas historias de la familia son las que más pláceme reencarnar. Las nuevas
generaciones de la familia cada vez se conforman con más mitos y menos
evidencias de la verdad del pasado. El Dios del tiempo “Cronos”, el invencible,
disfruta sepultando a los personajes que menos se ocuparon de la historia. Este
no es el caso de mis dos bisabuelas maternas, me refiero a la conspicua dama de
alta sociedad Aragüeña, la intraficable Lazara Guasare Herrera y su hermana
menor, la líder mantuana de San Mateo, la indestructible revolucionaria, Luna
Libertad Guasare Herrera. Hoy, se siente escalofrío sólo con pronunciar su
nombre de fuego y escuchar el latido de sus chicharras libertarias.
Las
hermanitas Guasare Herrera fueron niñas del
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Mientras
Lazara Guasare se convirtió en una virtuosa de la flauta dulce y contrajo
nupcias con su novio de toda la vida, el magnate Ramón Vudú de los Ángeles,
antillano-francés, rico de cuna que sólo pisó costas Venezolanas para
supervisar sus pozos petroleros y recorrió Aragua una tarde de excursión en la
cual perdió su corazón, enjuagado en los ojos crepusculares de mi tía abuela
Lazara. Él, nunca
mujer de mundo al marido de su hermana Lázara. Esto desató la guerra entre hermanas y Luna Libertad terminó, prácticamente, confinada en la finca familiar de San Mateo.
-Si te veo por Turmero, te
mató-;
le gritó en su cara doña Lazara al instante que Luna se dio despreocupadamente
la vuelta sobre un pie, y le sopló una bocanada de humo de tabaco el cual nunca
despegaba de su boca, respondiéndole: -Si puedes. Si puedes me
matas, hermanita-; y jamás se encontraron más.
Luna
Libertad se fue a vivir a San Mateo, comenzó a dar clase de francés a niñas de
buena familia, luego continuó con matemáticas y literatura para los hijos de
los campesinos, siguió con las campesinas y mujeres más pobres a quien les
enseñó
todo tipo de labores, hasta que se aburrió y terminó enseñando a los artesanos, campesinos y se vinculó con la vida y los sin sabores de la gente más pobre de San Mateo. De ser una acartonada maniquí francesa, Luna Libertad se convirtió en una institución de conocimiento y apoyo a los más pobres, dió fuerza y resistencia ante los avatares de la vida. Vendió sus increíbles joyas y sus costosos muebles de estilo para hacer casas para la gente del pueblo. -Casas decentes para la buena vida-, decía orgullosa cuando a brazo partido las construía al lado de los campesinos.
todo tipo de labores, hasta que se aburrió y terminó enseñando a los artesanos, campesinos y se vinculó con la vida y los sin sabores de la gente más pobre de San Mateo. De ser una acartonada maniquí francesa, Luna Libertad se convirtió en una institución de conocimiento y apoyo a los más pobres, dió fuerza y resistencia ante los avatares de la vida. Vendió sus increíbles joyas y sus costosos muebles de estilo para hacer casas para la gente del pueblo. -Casas decentes para la buena vida-, decía orgullosa cuando a brazo partido las construía al lado de los campesinos.
Así, Doña Luna Libertad,
fue la matrona y maestra del pueblo, hasta el día que Nemesio, un alumno suyo
del preescolar, fue baleado por el ejército del General Gómez, dictador de
Venezuela. Ese día, en pleno funeral, Luna Libertad se cortó su preciosa melena
azabache con
Traficó
con diversos objetos acantonando recursos para armar la revolución: vendió
armas, muebles, joyas, balas, ganado, todas sus tierras de San Mateo, lo
pensable e impensable también. No dilapidó toda su herencia pues nunca se la
entregaron. Pero su fama de salvadora creció ante el pueblo, su familia y
lamentablemente para ella, de cara a los esbirros de Gómez que la ficharon como
revolucionaria. El pueblo sin comida moría de hambre y en las noches bultos de
alimentos aparecían entre las poblaciones más pobres de San Mateo. Decían que
una sombra negra humeante
sus ojos mefistofélicos hipnotizaban a los esbirros hasta el punto de obligarlos a quitarse la vida después de hablar con ella. Allí empezó su fama de bruja malvada y liberadora al mismo tiempo. Los bancos y varios comercios eran saqueados en las noches y todo el botín quedaba en los ranchos de la gente pobre para su propia supervivencia.
Una
noche querían atacar un puesto del atracadero de Chuao que venía por barco para
tomar las armas, fue el día que se hizo pública una esquela donde Ramón Vudú,
su cuñado, le declaraba su loco amor
milicianos. El fuego cruzado se dio y un soldado le colocó un arma en la cabeza si Doña Luna no daba la orden de dimitir y rendirse. Luna Libertad lo miró a los ojos lo escupió y explotó esparciéndose en el aíre de San Mateo a través de millones de chicharras que se fugaron por el aire del pueblo.
Nunca
más se supo de ella, ni donde terminó su bella estampa. Su familia, tanto como
su cuñado
historia reza que San Mateo resistió durante largos años el hambre y la opresión de la dictadura de Gómez y sus esbirros, pero la gesta y el recuerdo de Doña Luna Libertad avivó la esperanza y la furia combativa de nuevos dirigentes. Hasta hoy, cuando llego a San Mateo, algún arcaico abuelo me saluda diciendo que reconoce mis ojos, mi melena o mi voz pues recuerdan a su lideresa Luna Libertad.

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