Crónicas de
Aragua
Por el pescado baila Alcántara
La
expropiación es un proceso jurídico que otorga legalidad constitucional al
Estado Venezolano para poder apropiarse, utilizar, usufructuar y demás poderes
sobre bienes, servicios y patrimonio privado; ¡pero cuidado!, sólo razones de
“utilidad pública” posibilitan que el Estado “compre” un bien más allá del
visto bueno de los dueños constitucionales. Escribo este “compre”, entre
comillas, pues en todo proceso de oferta y demanda hay tensiones y conflictos
donde el más poderoso, generalmente el Estado, impone condiciones y elementos
críticos en el despliegue de la negociación.
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La expropiación no es asunto de gobierno,
sino de Estado, por ello su consecución había sido tan poco usada en Venezuela
hasta hace algunos años.
Imagínense
lo que significa para el obligado vendedor perder la historia propia, los
recuerdos de infancia o del inicio del negocio; -Cuando
mi tatarabuelo llegó a Venezuela y sembró la primera mata de azúcar en estas
tierras-;
o el muy cacareado; -desde los tiempos que aún
no recuerdo mi familia ha vivido en este lugar-;
sin duda la economía no tiene corazón, ni más mente que no esté asociada a la
lógica de la productividad, pero la expropiación no sólo es económica, sino
política. La ciencia económica no es buena para dar testimonio de la herencia
propia.
La expropiación, si se mira bien, puede convertirse en una mutilación
familiar pues no hay dinero que reponga las emociones, la historia, los
sentimientos, las vivencias…la vida misma de una familia, de un pueblo, una
cultura, la sociedad en su conjunto.
Imagínense
por un segundo el inmenso poder del Estado arrebatándote algo que es de tú
peculio, esa pérdida deja huellas hondas, aunque sólo sea económica. Es una mutilación
que no se cura por más dinero que se reciba. Me imagino a la Duquesa de Alba entregando
enteramente la magnífica “Maja
Desnuda” y vestida también del enamoradísimo
Goya (Por cierto la historia cobija hondamente el romance entre la Duquesa de
la pintura y el artista, je, je… son cosas del arte que nadie las debería
saber). O vender la espada del Libertador para poder pagar la deuda externa
nacional. ¡Impensable!, para algún venezolano patriota; ¿o no?
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Maja Desnuda y vestida de Goya |
Así, queda claro
que hay bienes que no tienen precio por más dinero y riqueza que se transe, ya
que lo meramente económico no da cuenta del valor subjetivo de un bien el cual
se encripta en la esfera de las interioridades humanas, de lo onírico, diría yo;
y hay materias que no pueden dejarse limitada a la acción de la oferta y la
demanda del mercado. Hay cosas que no tienen precio y las transacciones de
mercado son para la economía y no para la herencia familiar, el recuerdo del
país o el testimonio de los territorios. Sin historia, ni cultura no hay
desarrollo, esto ya es prueba científica en ciencia social.
s recibidores de Aragua son famosos por su belleza y utilidad. Los hay humildes y suntuarios, los hay como tú los quieras, con matas de Topocho y Mamón, con flores de lirios, rosas azules y orquídeas atigradas. Son lugares de ensueño, por más humildes que sean. Mi zaguán es sumiso, lo advierto de antemano. En estos lugares frontales a las casas se realizar las más diversas actividades: Se reúne la familia y comparte, tanto con amigos, como con vecinos. Hay comunicación constante. La gente se ventila, toman aire, ven la noche, estudian, chismean, lloran por el amor perdido, vigilan a los ladrones que estudian la casa para robarla en vacaciones, enamoran y se dan besos escondidos de despedida, en fin; son tantas las actividades del zaguán que no me alcanzaría la hoja de papel.
Pero
Alcántara me ha hecho víctima de una mefistofélica expropiación. No soporta que
nadie use las sillas de mimbre, verde perico con blanco, que mamá arrimó en el
porche para ver la tarde en Santa Cruz de Aragua. Sus ojos arden en candela, se
eriza como tigre y se lanza a morder, gritando
y rasguñando cuanta carne humana se le atraviese. Él, es el gobierno dictatorial.
Se considera el único dueño, sin ningún otro argumento válido que el de sus
propias ganas. El dueño y poderoso es enteramente él, sin más miramientos, ni
negociaciones. Su maullido es la ley.
Pero
mi madre me advirtió categórica: -Yo nací en Santa Cruz y
nadie me quita mi casa. O Alcántara o
yo. Quiero de vuelta mi porche-; Nervios y palpitaciones
por toda nuestra modesta
vivienda. Son dos poderes casi incompatibles coexistiendo juntos, pero yo lo resolví con el manejo de la economía. Me percaté que si se le paga vacuna de pescado fresco el gato se concentra en lamerse y la familia puede disfrutar nuevamente del zaguán de la casa. Sin duda, por el pescado baila Alcántara y muchos otros también. Digo yo, je, je,je. Que viva la economía de la paz y la buena convivencia.
vivienda. Son dos poderes casi incompatibles coexistiendo juntos, pero yo lo resolví con el manejo de la economía. Me percaté que si se le paga vacuna de pescado fresco el gato se concentra en lamerse y la familia puede disfrutar nuevamente del zaguán de la casa. Sin duda, por el pescado baila Alcántara y muchos otros también. Digo yo, je, je,je. Que viva la economía de la paz y la buena convivencia.
Yo también se quien le encanta cobrar vacuna por esos lares
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