viernes, 28 de noviembre de 2014

Aragua terra di grandi amori Un solo corazón para William Fayad y Nana Kymbisa

Aragua terra di grandi amori


Un solo corazón  para William Fayad y Nana Kymbisa



-Aragua terra di grandi amori -; (Aragua tierra de grandes amores); fueron las palabras de la Nana Kymbisa el día que el futuro médico cagüeño, Wiliam Fayad, pisó el portalón de la casona, de mano de su madre Doña Amelia Isaac, dama de la alta sociedad del Estado Aragua y compañera de clase de la abuela, Catalina Libertad Herrera Herrera, en el Convento de las Hermanas de María, Valencia, estado Carabobo; donde se formaban las mantuanas y futuras damas de alcurnia de Venezuela. Amelia y Catalina se conocían desde niñas y que ésta, presentara a su hijo menor, fue un acontecimiento trascendental en
El Doctor William Fayad hecho hombre
Turmero. Toda la historia la he logrado reconstruir de los trozos que he recogido de labios de la abuela y de la propia Kymbisa, cuando en las tardes melancólicas, ella, extraña a Fayad y me solicita que se lo llame. La Nana se sienta bajo la sombra de los mangueros taciturnos del patio, a esperar que él haga contacto, para ella regarlo con la bendición del día. La Nana ansia la llamada de su querido Fayad como novia recién enamorada. 

Cuenta Kymbisa que cuando salió para hacerles los honores a los visitantes de Cagua, el niño le extendió los bracitos y la miró con ojos iluminados de Orinoco. En ese instante la Nana se reflejó en ellos y encontró el gran amor de su vida y sólo en el poniente de los dos ríos que se cruzaron en los dorados ojos del futuro médico, la mujer encontró un gran amor.
Él, es como una locura de romanticismo en su vida, y desde el día del primer encuentro, hasta hoy, la mujer no sabe de otra obsesión en su corazón que poder regalarle su cariño y atención al doctor William Fayad. Es una locura de amor sin competencia pues, lo idolatra y protege radicalmente; a todo y todos los que puedan cuidarlo, protegerlo y quererlo; los alberga en su lado blanco del corazón, con la misma vehemencia que puede destruir sus enemigos y opositores. Kymbisa a veces da miedo y lo digo yo, que la quiero mucho, pues ella no conoce el claroscuro, es una mujer de blanco o negro. Kymbisa es radical, vehemente, entregada a sus afectos y sólo quiere, aprueba y protege al que tiene a bien a su médico William
Nana Kimbisa y su espectacular y contagiosa risa
Fayad. Reconoció que lo amaba tanto como a la zaga de la familia Guasare Herrera y ésto, son palabras mayores, pues son más de cien años de querencias familiares, a toda prueba. Yo, particularmente, no concibo mi vida si la Nana Kymbisa no existiera. 

La Nana tiene un afecto correspondido. Cuando ambos se juntan el amor invade todo el espacio, el aire, la tierra y el agua. Se miran, se besan se acarician con verdadero amor. Es un afecto grande que trasciende razas, fronteras, clases sociales, que rebasa el placer de los cuerpos y del entendimiento humano. Es un amor de verdad que otorga fuerza y vida para ambos y que incluye a toda la esfera
La Nana en sus conversatorios con Fayad
viviente que los rodea. Los minutos en que Fayad, semanalmente, visita a Kymbisa siempre queremos acompañarlos, aunque sabemos que hay ratos de intimidad, donde ambos conversan e intercambian sus “cosas propias” en la habitación de la Nana o en el altar del patio. Son espacios vedados para los demás. 

Dicen que la Nana caminaba horas y días, en el amanecer o en la noche, hasta la población de Cagua cuando se enteraba que William Fayad enfermaba y que se quedaba sentaba al costado de su cuna y años después, de la cama, hasta que el hombre se restablecía
La Nana arregladita esperando a Fayad
completamente. Doña Amalia decía que la Nana no dormía, que era rara, que únicamente se le escuchaba el rezo hasta el amanecer. El día que el doctor fue herido de bala en Argentina, la Nana sintió una fuerte puntada en el corazón y cayó desmayada. Dicen que fue, la única vez, que un médico pisó la casona para atenderla a ella, y que fue la fuerza de su espíritu la que ayudó a salvarlo de la muerte, en otras fronteras. 

Escribo estas líneas por que hace una semana que la Nana se mudó a Cagua para atender al doctor Wiliam Fayad, víctima de la peste de la Chincunguya. Sé que el hombre se mejorará y que juntos saldremos del drama de la peste en Aragua. El amor cura pues es
El patio trasero de la vieja Casona donde
Fayad visita a la Nana Kymbisa
una medicina infalible, así como el odio enferma y mata. En las tardes los miro, como se ríen y conversan. Ella con su alto turbante de colorines, su amplio vestido largo de algodón azul, el delantal blanco, sus collares y pulseras multicolores y su gran tabaco olorosamente perfumado con albahaca morada. Fayad, bien ataviado con su bata blanca, sus anillos y cadenas de oro que siempre intenta regalárselos y ella, por más de veinte años, se mantiene estoica devolviéndoselos. 

Yo le pregunte a la Nana de donde nacía tan intenso amor y me explicó que era espiritual. Una sagrada relación entre Yemaya, dueña de los mares, fundamento de la Nana y la Reina Oshun, dama de los ríos, el oro y la maternidad, esencia del doctor W.
Fayad. Según ella, los mortales prestan el cuerpo y el amor es cosa de los Orishas. Yo no comprendo nada de esos amores trascendentales. Sólo gozo con las frases de amor en italiano que ambos se regalan. 

Él, le dice: -Il crepuscolo di Chuao sono rinato nei tuoi occhi-; 
(El crepúsculo de Chuao renace en tus ojos) y ella responde: 
- Non ama mai qualcune mentre li amo a voi-; (Nunca amé a alguien como te amo a ti). 

Es un lirismo desenfrenado, bordado de pureza el que existe entre
ambos. Un amor de madre hijo, hermanos, familia, amantes, fuerza que todo lo trasciende y supera a su paso. 

Hoy, Kymbisa está en casa de Fayad, la casona solitaria, silencio, yo meditabunda, exorcizando dudas sobre amores que rondan las calles de Aragua. Amores y canciones…


- Il mio cuore è per voi miei cari lettori -. Mi corazón es para ustedes mis queridos lectores …; el amor es un perfume que flota y se pega… suspiro… amor, amor. 



Amor de Madre Amor de Dios






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