El último drama de la Batería
OFF en Venezuela
Una historia Verdadera
Traspasé el portal del estacionamiento,
caminé hacia el automóvil, abrí la puerta, acomodé mi humanidad en el asiento
del conductor y giré la llave en el arranque para ir al trabajo e iniciar la
brega del día. Y oh! Sorpresa fantasmagórica, el carro no encendió, no había
corriente. La conexión estaba muerta entre la energía y el montón de metales.
De inmediato salí despavorida buscando ayuda, pues, según mi pueril y
desubicado criterio, necesitaba algún cristiano de buena voluntad que me
auxiliara
con el mecanismo de cables y trompa con trompa vehicular, para encender
el automóvil y poder acercarme hasta el establecimiento de la esquina donde me
compraría mi nueva batería.
- Seguramente más cara-; pensé yo, por aquello de las 5 devaluaciones lineales en menos de un año.
Nada que la chequera de mi marido general no pueda resolver. Para eso tengo un
general en casa, para que traiga comida importada,
consiga electrodomésticos a
buen precio y me colabore con la cría de los cinco hijos que durante nuestro
maravilloso matrimonio de 20 años, hemos sostenido a fuego y pólvora.
De pronto, llegó el señor Renatto, el
dueño del estacionamiento donde aparco mi carro hace 20 años también. Llegó
presto ayudarme. Yo apuraita. Él, con paso longevo me detuvo con sus lacerantes
frases de siempre.
- Profesora, no hay baterías para la venta, ni en la esquina, ni más allá- . Allí me informó que las
baterías escaseaban de forma alarmante. Que había que hacer cola y anotarse en
listas de espera desde las 4 de la madrugada, a ver? Que además los precios se
triplicaban y que ya este dato no era importante pues lo sustantivo era poder
conseguirlas.
Explicó, asimismo, que para comprar alguna debería entregar la
batería vieja, ya que los distribuidores
las solicitaban para convertirlas en lingotes de plomo que se usaban como
materia prima en la nueva mercancía, pues acabaron con el mercado
de plomo puro en polvo, materia prima base para la elaboración de estos bienes.
Igualmente, me alertó que me olvidará de las garantías, que eso ya no existe en
Venezuela.
Entonces, llamé a mi esposo y me dijo que estaba
ocupado,
desbaratando guarimbas y poniendo preso a los estudiantes. Que resolviera yo
sola.
Renatto respiró profundo y continuó diciendo que el principal problema era la alta deuda con los proveedores internacionales, que ascendía a 203 millones de dólares y que dicho sector
requería que les cancelaran “ya las solicitudes de más de 150 días de retraso,
lo cual representaba unos $126 millones”.
Luego, me alertó que también
escaseaban los aceites, grasas, resinas y grafitos. Finalmente, Renatto bajó la
cabeza como toro cuando cornea al torero, me miró con sus ojos marinos alegando
que si la conseguía tuviese cuidado pues había bandas roba baterías y cauchos
en toda Venezuela, además del saqueo Colombiano fronterizo de siempre. Pero que,
yo no tenía problema por aquello de mi pariente el general, tan cerca de Dios y
de mi camita.
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Gracias a Dios que desperté!!!!!! |
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